¿Quién es Abdulrazak Gurnah, el Premio Nobel de Literatura 2021?
El novelista tanzano, residente en Reino Unido, obtiene el preciado galardón por “su penetración inflexible y compasiva de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes”
Decidido a dejar atrás los irregulares años anteriores, marcados por la suspensión del galardón en 2018 por varios escándalos, la entrega por partida doble en 2019 y la ausencia de la tradicional ceremonia de entrega el año pasado a causa del coronavirus, esta edición del Nobel de Literatura ha mantenido, al menos, el gusto por las elecciones inesperadas. Así, el ganador de este año, el novelista africano Abdulrazak Gurnah (Zanzibar, 1948), ha obtenido un premio que la Academia sueca le otorga por «su penetración inflexible y compasiva de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes”.
Bien es cierto que, como comentábamos en El Cultural, las quinielas previas apuntaban hacia un escritor no occidental, pero una vez más el fallo del jurado, que ha comunicado como en los últimos dos años el nuevo secretario permanente de la Academia, Mats Malm, ha causado sorpresa en el mundo literario. De hecho, en España apenas hay tres ediciones de sus libros, publicados por las desaparecidas editoriales El Aleph (Paraíso, 1998 y Precario silencio, 1997) y Poliedro (En la orilla, 2003). Gurnah se convierte así en el quinto africano que consigue este galardón desde que se instauró en 1901, después del nigeriano Wole Soyinka (1986), el egipcio Naguib Mahfuz (1988) y los sudafricanos Nadine Gordimer (1991) y J. M. Coetzee (2003).
Nacido y criado en la isla de Zanzíbar en el Océano Índico, Gurnah llegó a Inglaterra como refugiado a fines de la década de 1960. Después de la liberación pacífica del dominio colonial británico en diciembre de 1963, Zanzíbar pasó por una revolución que, bajo el régimen del presidente Abeid Karume, condujo a la opresión y persecución de ciudadanos de origen árabe. Gurnah pertenecía al grupo étnico victimizado y después de terminar la escuela se vio obligado a dejar a su familia y huir del país, para entonces la recién formada República de Tanzania.
No sería hasta 1984 cuando el escritor pudo regresar a Zanzíbar, lo que le permitió ver a su padre poco antes de su muerte. Gurnah ha sido, hasta su reciente jubilación, profesor de literatura inglesa y poscolonial en la Universidad de Kent en Canterbury, centrándose principalmente en escritores como el también Nobel Wole Soyinka, Ngugi wa Thiong'o y Salman Rushdie.
Una literatura entre dos mundos
En su dilatada trayectoria literaria, Gurnah ha publicado diez novelas y varios cuentos que están recorridos por el tema de la perturbación del refugiado. Comenzó a escribir a los 21 años en su exilio en inglés y, aunque el suajili era su primer idioma, el inglés se convirtió en su herramienta literaria. En ocasiones, el autor ha asegurado que en Zanzíbar, su acceso a la literatura en suajili era prácticamente nulo y que sus primeros escritos no podían contarse estrictamente como literatura. La poesía árabe y persa, especialmente Las mil y una noches, fueron una fuente temprana y significativa para él, al igual que las suras del Corán. Sin embargo, la tradición del idioma inglés, desde Shakespeare hasta V. S. Naipaul, marcaría especialmente su obra. Dicho esto, cabe destacar que conscientemente rompe con lo convencional, volcando la perspectiva colonial para resaltar la de las poblaciones indígenas.
De su Reino Unido de adopción han llegado las primeras valoraciones de tan inesperado galardón. La reputada crítica literaria Maya Jaggi ha comentado que “Gurnah, a quien entrevisté por primera vez para The Guardian en 1994, es un escritor poderoso y matizado cuyo lirismo elíptico contrarresta los silencios y mentiras de la historia imperial impuesta cuando era un niño en el este de África”. Valorando sus libros, ha apuntado que “su obra, tan sutil como sólida, explora en profundidad los defectos brutales de la cultura mercantil que dejó como herencia las atrocidades del colonialismo británico y alemán, sobre todo durante la Primera Guerra Mundial, y los ‘actos de terror aleatorios’ que experimentó como negro en Gran Bretaña”.
Además, según reconoce el jurado del Nobel, “en sus obras, Gurnah se ha esforzado por evitar la nostalgia omnipresente de una prehistoria más prístina del África colonial. Su propio trasfondo es una isla culturalmente diversificada en el Océano Índico, con una historia de trata de esclavos y diversas formas de opresión bajo una serie de potencias coloniales”. También apuntan los expertos de la Academia, que aseguraron seguir la obra del escritor tanzano desde hace tiempo, que aunque “su escritura pertenece a la época de su exilio, también lo hace al lugar que tuvo que abandonar, lo que significa que la memoria es de vital importancia para la génesis de su obra”.
Historias de exilio y desarraigo
Así, su primera novela, Memory of Departure, publicada en 1987, trata sobre un levantamiento fallido y nos mantiene en el continente africano. El talentoso joven protagonista intenta desvincularse de la plaga social de la costa, con la esperanza de ser tomado bajo el ala de un próspero tío en Nairobi. En cambio, es humillado y devuelto a su familia rota, tiranizada por un padre alcohólico y violento y con una hermana obligada a prostituirse. En su segunda obra, Pilgrims Way, que vio la luz al año siguiente, Gurnah ya explora la realidad multifacética de la vida en el exilio a través de Daud, un joven que se enfrenta al clima racista de su nueva tierra natal, Inglaterra.
Después de haber intentado ocultar su pasado, el amor por una mujer le incita a relatar los traumáticos recuerdos de la agitación política en Tanzania que lo obligó a huir. La novela termina con la visita de Daud a la catedral de Canterbury, donde medita sobre los paralelismos entre los peregrinos cristianos que visitaron el lugar en tiempos pasados y su propio viaje a Inglaterra, utilizando antecedentes históricos y literarios como interlocutores en cuestiones de identidad, memoria y parentesco. Su siguiente obra Dottie (1990), es el avezado retrato psicológico de una mujer negra de origen inmigrante que crece en bajo el normalizado racismo de la Inglaterra de los años 50. El silencio de su madre le priva de sus orígenes y al mismo tiempo, se siente desarraigada en el país donde nació. Por ello, intenta crear su propio espacio e identidad a través de libros e historias; la lectura le da la oportunidad de reconstruirse.
Una brecha en la literatura del escritor sería su novela Paradise (1994), que le valdría el Premio Booker y que desarrolló a partir de un viaje de investigación a África Oriental pocos años antes. Inspirando en Conrad, Gurnah hace viajar a su joven héroe, Yusuf, al corazón de las tinieblas en una envolvente novela de aprendizaje en la que chocan diferentes mundos y sistemas de creencias. Ambientada en el crudo contexto de la violenta colonización de África oriental a finales del siglo XIX, el protagonista abandona a la mujer que ama para unirse al ejército alemán que desprecia, hurtando al lector el final feliz habitual en el género.
Un pasado que se repite
La última novela de Gurnah, Afterlives, publicada en 2020, continúa donde termina Paradise. Nos encontramos a comienzos del siglo XX, en plena colonización alemana de África Oriental, que se prolongaría hasta 1919. Hamza, un joven que recuerda la Yusuf de la anterior novela, se ve obligado a ir a la guerra contra los alemanes. Tras terribles avatares logra escapar, pero cuando regresa a su hogar en la costa no encuentra ni familiares ni amigos.
Los vientos caprichosos de la historia gobiernan el libro y, como en Desertion, seguimos la trama a lo largo de varias generaciones, hasta el plan no realizado de los nazis para la recolonización de esa región del continente. Gurnah vuelve a utilizar el cambio de nombre cuando la historia cambia de rumbo y el hijo de Hamza, Ilias, se convierte en Elias bajo el dominio alemán. El desenlace, impactante y tan inesperado como alarmante, repite un mensaje recurrente en el libro: el individuo está indefenso si la ideología reinante, en este caso el racismo, exige sumisión y sacrificio.
“Gurnah es conocido por descentrar la historia europea: una decisión estructural que también es políticamente potente”, opinaban en The Guardian sobre esta novela, que a juicio de la crítica Maaza Mengiste «considera los efectos generacionales del colonialismo y la guerra, y nos pide que consideremos lo que queda después de tanta devastación. ¿Qué se puede salvar cuando una de las consecuencias del colonialismo es la exclusión deliberada de una perspectiva africana de los archivos? ¿Cómo recordamos, si no sabemos qué se ha borrado?»
Para reafirmar su decisión, el jurado de la Academia concluye que «la dedicación a la verdad del Abdulrazak Gurnah y su aversión a la simplificación son sorprendentes. Sus novelas se apartan de las descripciones estereotipadas y abren nuestra mirada a un África oriental culturalmente diversificada y desconocida para muchos en otras partes del mundo». Y finalizaba diciendo que «en el universo literario de Gurnah, todo está cambiando: recuerdos, nombres, identidades... Probablemente esto se deba a que su proyecto no puede completarse en ningún sentido definitivo. Es una exploración interminable impulsada por la pasión intelectual, e igualmente prominente ahora, en la reciente Afterlives, como cuando comenzó a escribir hace décadas siendo un humilde refugiado de 21 años”.