Espinoza Medrano, síntesis y literatura. Notas para un barroquismo modernista
José Antonio Ortuzte nos envía un artículo sobre Espinoza Medrano, el escritor nacido en Cuzco, autor del Apologético a favor de don Luis de Gongora.
El barroco surge de un conjunto local de historias en común, Espinoza y la literatura del barroquismo modernista también son parte de una fuente en común. Hace parte del movimiento cultural llamado Barroco un complemento al o hacia el ethos andino. Los obstáculos del barroco giran sobre las incomprensiones soterradas también como el teatro. Se llama ethos al modo de ser que practica sobre los usos y costumbres. En ese sentido, se encuentra el carácter colonial de la literatura del siglo XVII. Está el de Sor Inés de la Cruz y de Juan de Espinoza Medrano, apodado el Lunarejo. La Colonia cobra vida en la propia historia a decir del crítico boliviano Leonardo García:
[…] la vigencia del pasado colonial en nuestra historia no se encuentra solamente en las estructuras sociales y políticas de la [América Latina] moderna, es más profunda de lo que a veces se piensa (GARCÍA PAVÓN, 2000: xiv-xv el corchete es mío).
Asimismo, este tema toca la narrativa del realismo mágico[1] y confluye en las condiciones barrocas de países hispanoamericanos por su periodicidad. Los sistemas de producción o modelos de regularidad agrarios y seminómadas hilvanan con el modelo. En el barroco hispanoamericano, como movimiento, se hilvana producción cultural. Se habla de “la colonia”[2]. Entonces, ¿es la literatura de Juan de Espinoza Medrano una síntesis de la literatura latinoamericana barroca modernista? Con su Apologético a favor de don Luis de Góngora representa la escritura más canónica del siglo XVII colonial. Para Mabel Moraña, mexicana y crítica colonial, Juan de Espinoza Medrano ha sido:
[u]n mestizo, apodado el lunarejo, nació en el Cuzco. Ha escrito su excepcional Apologético a favor de don Luis de Góngora […]. Los textos más importantes de la literatura americana del siglo XVII aparecen como productos excepcionales por su fidelidad a las formas canónicas […]” (MORAÑA, 2006: 28, el subrayado es de Moraña).
La literatura latinoamericana tiene a nivel de producción cultural una explicación compleja en la distinción de los tiempos históricos. El ‘realismo mágico’ es el medio de aquella producción cultural. Principalmente se pronuncian las exuberancias del continente a través de la verosimilitud de su narración. La obra bibliográfica de Espinoza Medrano compara el modelo latinoamericano del Barroco con las sociedades abigarradas. Lo abigarrado trata de ser homólogo a la Colonia. Así este ensayo se compenetra en tres partes que sistematizan las notas coloniales barrocas modernistas. Con ‘El barroco americano’ cobra pertinencia estética la construcción latinoamericana de los siglos XVI y XVII. Y la ‘Modernidad barroquista: lo criollo’ resalta la dimensión local abigarrada de la Colonia. Y finalmente ‘Notas criollas de la Colonia’ entrelazan las de Sor Juana Inés de la Cruz y Juan de Espinoza Medrano.
1. El Barroco americano
Los estudios de Latinoamericana no fueron lamentablemente integrales con lo cultural. Las investigaciones del siglo pasado desconocieron las herencias del mito o la tradición partiendo de los reduccionismos. Ante esto, surge un gran número de problemáticas que se señalan en los siguientes párrafos. Por razones diferentes fue insuficiente estudiar las anteriores formas de la dimensión cultural de América Latina. Es decir, cae en crisis el planteamiento de los “enfoques desarrollistas” con una versión obstinada de lo moderno (Cf. MORAÑA: 2006: 25). Por otro lado, el “sociologismo”[3] genera un exceso de pirotecnia teórica sin vínculos con la tradición cultural. Surgen ciertas problemáticas de los países latinoamericanos reclamando estudios específicos sobre sus confines culturales. A mediados del siglo XX, se escuchan voces académicas latinoamericanas de ‛colonialismo’, ‛dependencia’, ‛cultura popular’ y ‘conciencia’. Fueron parte del asidero de pensamiento en la historia latinoamericana.
Surge, en ese sentido, la necesidad de buscar articulaciones con cierta tradición cultural latinoamericana. Se indagan los modelos –puros y eurocéntricos– a nivel estético e ideológico:
En efecto, se busca en esta etapa de la historia continental al menos una de las vertientes de la tradición cultural del continente. Es solamente a partir del estudio de esas raíces propias que puede rescatarse y comprenderse la singularidad conflictiva de la cultura latinoamericana, nacida tanto bajo el signo de la violencia y los intereses del dominador, como de la creatividad y resistencia del dominado[4].
El Barroco, como la relectura de estudios ideológicos, conforma un “código expresivo” en la interpretación de articulaciones hegemónicas Cf. MORAÑA, 2006: 52). Es parte de la sociedad virreinal, las castas, etcétera y su asimilación en otras formaciones sociales. A nivel local de la Colonia se lo considera un paradigma cultural. No se puede entender el conflicto sui géneris de América Latina sin los vestigios de raíz del Barroco americano.
¿Qué es el Barroco? En una definición precisa es “el arte de indios o, al menos, de mestizos […]” (MORAÑA, 2006: 28). En sus inicios fue un modelo implantado de la Metrópoli política en las Indias para la estabilización, en este caso, de la monarquía española. Su fin fue un dominio ideológico y cultural. De ahí surgieron otros discursos de resistencia, por ejemplo, el de la marginalidad criolla.
2. Modernidad barroquista: lo criollo
El modelo Criollo es una reinterpretación del ‘Barroco americano’[5]. Se trata, a decir de Mabel Moraña, sobre el:
[d]iscurso de la marginalidad criolla y su […] desmontaje de la sociedad virreinal en sus contradicciones y conflictos, utilización del discurso crítico y la polémica como fijación de la identidad criolla, dinamización del concepto de patria como ideologema protonacional, representación de la cotidianeidad y sectores populares, integración de elementos de la cultura indígena en diálogo con las formas canónicas peninsulares […]”[6].
El Barroco, como proceso cultural, requiere de nuevas relecturas sobre las reivindicaciones en cuanto a su literatura y estudios culturales. No fue paralela la condición del movimiento Barroquista a la del abigarramiento. Se permite la aplicación del modelo Barroquista en la relación de la dominación del colonizador. Y se desarticula con los tiempos históricos del abigarramiento. Es la definición más cabal del Barroquismo. El “‛barroquismo’ se asocia a una condición intrínseca de América Latina exuberancia geográfica, volubilidad política, por ejemplo”[7]. Deriva de aquella condición el Barroco. En las excentricidades se asocia la conexión realista de la geografía latinoamericana. Por qué el Barroco hispanoamericano es considerado actualmente un paradigma cultural de lo Criollo Desde sus inicios se denomina como el “período de estabilización virreinal”[8]. Fue un producto cultural del estado. Tiene fases de traslación de los modelos estéticos metropolitanos hacia las Indias. Sobre todo, fue permanente en la primera etapa de la Colonia. Este período tiene una dinámica muy tensa entre los modelos estéticos europeos en el Nuevo Mundo. En la literatura existen muchas voces que reivindican la obra de sor Juana Inés de la Cruz o la obra de Juan de Espinosa Medrano. Sin embargo, muchos “hispanistas sobre todo extranjeros”[9] menosprecian al Barroco hispanoamericano.
3. Notas criollas de la Colonia
Comienzan las notas con La obra de Sor Juana Inés de la Cruz. Quien “[…] ha sido juzgada durante mucho tiempo como un capítulo desprendido de la historia literaria española, accidentalmente situado en el contexto de la Nueva España” (MORAÑA, 2006: 28). Luego concluyen con las de Juan de Espinoza Medrano.
Porque adquiere un discurso cultural a la vez marginal con respecto al de las metrópolis coloniales así están llenas las notas barroquistas coloniales. Porque se produce un proceso llamado “fenómeno de retorno” un efecto discursivo de la marginalidad criollo-barroca (Cf. MORAÑA, 2006: 31). Iniciado el siglo XVII, cerca del año 1620, se da un surgimiento del “espíritu criollo” en la producción cultural de las colonias españolas (Cf. MORAÑA, 32). La decadencia de la Metrópoli tiene efectos en la movilidad sociocultural de las Indias. Después del período de estabilización virreinal “el barroco adquiere así la dimensión de un verdadero paradigma cultural, formalizado y cultivado de espaldas a la realidad colonial” (MORAÑA, 2006: 30).
La sociedad criolla es la constitución de una nueva subjetividad hispanoamericana:
[El] ‛criollismo’ […] se manifiesta como el nuevo régimen indiano […]. Los estudios de historia social lo remontan en general al resentimiento de los conquistadores y primeros pobladores ‛americanizados’ que se sentían mal recompensados por la Corona”[10].
Y se caracteriza el Barroco como complemento del abigarramiento boliviano. Se caracteriza para elaborar una definición del Barroco. Y por otra parte se da en forma complementaria a partir de sus formas o composición. La composición de abigarramiento es básicamente heterogénea según la especificidad de los países latinoamericanos. Las fusiones del Barroco son un tipo de variables estético-sociales.
El discurso de Espinoza Medrano subyace en un presupuesto fundamental de lo abigarrado. De ahí surge la pregunta sobre lo propiamente abigarrado. Lo abigarrado transita puesto entre los conceptos más complejos de las realidades, espacialmente, insubsumibles. Son inconstantes e ingenuas de esta densidad política. Se trata de aportar algo en común que sea difuso.
[1] Realismo mágico se entiende el “movimiento literario hispanoamericano surgido a mediados del siglo XX, caracterizado por la introducción de elementos fantásticos inmersos en una narrativa realista” (RAE, 2014).
[2] Cf. García, 2000: xiv.
[3] Cf. MORAÑA, 2006: 25.
[4] Moraña, 2006, 25.
[5] La exuberancia en “América, continente de simbiosis, de mutaciones, de vibraciones, de mestizajes, fue barroca desde siempre […]” (Carpentier, 1975).
[6] Ibíd., 59-60 el énfasis me pertenece.
[7] Ibíd., 52.
[8] Cf. Ibíd., 27.
[9] Cf. Ibíd., 28.
[10] Ibíd., 32.