Hemos sido felices por mucho tiempo
Así se llama el libro de cuentos de Mauricio Murillo que se presentó y está disponible en la LibreRía de Sucre. La historiadora Andrea Barrero, ahora en su papel de lectora, nos aproxima a esta obra que le aporta peso a la literatura joven boliviana
No es mi propósito analizar o resumir los cuentos uno a uno, menos llenar esta presentación de “spoilers”, más al contrario, mi propósito es hablar de los lugares comunes que creo encontrar en los cuentos, y a través de ellos invitarlos a la lectura del libro.
Los 6 cuentos contenidos en el libro, 7 si contamos el bonus, nos llevan a lugares incómodos, incómodos porque no tenemos el control, no sabemos dónde nos está conduciendo el autor, aun así, sentimos la necesidad de seguirlo sin poner resistencia y atravesar con él al campo de la incertidumbre. Es esta incertidumbre en la que recae el hilo conductor que une los cuentos que conforman este libro. La incertidumbre se refleja también en el título del libro “Hemos sido felices por mucho tiempo”, que aparece a la vez en una frase (algo cambiada) dicha por uno de los personajes del primer cuento – El Arenero- “No estaban a salvo. Algo iba a pasar. Habían sido felices por mucho tiempo” (Murillo, p.39). Tanto el título, como la aseveración del personaje confirman al lector la inminente “destrucción” de la aparente felicidad en la que viven los personajes. Esta frágil felicidad y su resquebrajamiento se manifiestan a través de la aparición inexplicable de un elemento extraño, elemento que pondrá en tela de juicio la normalidad, cotidianidad y tranquilidad de los personajes.
La ruptura de la rutina, de la tranquilidad y aparente felicidad de los personajes es ese “algo” que incomoda al lector, pero a la vez lo seduce y sumerge en la lectura. Personalmente, el suspenso, el misterio, que atraviesa los cuentos permeó en mí al leerlos. Esa sensación de no saber lo que está pasando, ni lo que pasará, la impresión de que “algo” que no sabemos qué es (y nunca terminamos de saber a ciencia cierta qué es) acecha y el estremecimiento que los cuentos causan al avanzar en su lectura –creo- es uno de los mayores logros narrativos del autor.
Otro lugar común que identifico en todos los cuentos – que a la vez me recordaron a “Sombras de Hiroshima” novela del autor publicada en 2020- es la construcción del espacio. Por un lado, el nivel de detalle para describir los espacios, detalles que a la vez logran poner en manifiesto la manera en que se construye la cotidianidad de los personajes. No solo nos referimos a las descripciones de los espacios habitados y transitados – livings, cocinas, estudios, pasillos- sino lo que podríamos llamar “música de fondo” programas de televisión, radio, la bulla o el silencio, que podrían ser considerados como detalles menores, pero que son determinantes para crear el espacio y llenarlo de sensaciones. Por otro lado, dentro de todos los detalles expresados por el autor para situarnos en el espacio existe una omisión que a la vez no lo es tanto: nunca se otorga un nombre al lugar en el que se desarrollan los cuentos (exceptuando Tabique y Cuerpo Fantasma). Este no dar un nombre tiene la ventaja de que sea el lector quien asigne el nombre, es decir, que sea él quien decida dónde se desarrollan los hechos. Mi lectura los sitúa en La Paz, pero quizás para otro lector sea Quito, Bogotá o Cochabamba. Solo el último cuento nos lleva a un espacio distinto, a un espacio rural que lo identificas con el altiplano boliviano. Es posible que lectores foráneos tengan otra sensación e imaginen otros lugares, esa es la riqueza de las descripciones que ofrecen los textos de Mauricio. Es preciso también señalar que identificar el lugar como el altiplano, La Paz o una ciudad boliviana no oriental es el uso de artículos antes del nombre en las conversaciones, algo muy particular de nuestra forma de hablar. Asimismo, el lenguaje que el autor utiliza es directo, cotidiano, coloquial. No por ello deja de estar bien trabajado, pensando, cuidado.
Finalmente identifico un tercer espacio, que tal vez no es un espacio como tal, el onírico, el mundo de los sueños, que más que sueños son pesadillas, sueños en los que se refleja la angustia que atraviesan los personajes. Algo está pasando, los personajes no saben -ni nosotros como lectores sabemos- qué es lo que sucede con exactitud, ese algo se escabulle en el subconsciente de los personajes y se manifiesta en los sueños. El miedo, la angustia como algo de lo que no pueden escapar.
Ya para terminar, quisiera hacer mención a algo que personalmente me llama la atención que son las influencias o referencias manifiestas a la década de 1990, no solo el cuento 7 denominado bonus, que me lleva a pensar en el bonus track que aparecían y aun aparecen en algunos discos (quizás ahora a esas escenas extras de algunas películas y series). Este bonus también podría ser un guiño a la yapa boliviana, ese pequeño regalo de la casera a la fidelidad. Volviendo a la década de los 90 hay otras referencias, como el uso del teléfono fijo, si no estoy mal solo se menciona un celular que no funciona en un cuento, por lo que los personajes deben hacer uso del teléfono fijo. Algunas escenas y espacios me llevaron a pensar en algunas películas y series, no me atrevo a decir que Mauri haya pensado en estas películas/series al escribir sus cuentos, pero sí me atrevo a decir que en su literatura encuentro esos guiños noventeros en la medida en que crecimos con ellos y que de alguna manera condicionaron la manera en que entendemos el mundo. Tampoco me atrevo a lanzar nombres de posibles autores en los que Mauricio haya encontrado “inspiración”.
Finalmente, haciendo nuevamente una especie de referencia cruzada entre las novelas escritas por el autor y estos cuentos hay una última característica que quisiera resaltar y es la de los finales abiertos, finales que nos dejan con la duda, que no nos dan respuestas claras ni mucho menos obvias. Esta también creo que es una de las mayores fortalezas de la literatura que nos regala/ofrece Mauricio, pues al dejar de lado la obviedad o finales cerrados, nos reta como lectores, nos reta a ver más allá, a pensar en posibles finales, respuestas a las preguntas irresueltas, nos deja pensando e inevitablemente volvemos a leerlo para buscar nuevas pistas, detalles que nos ayuden a dar respuestas.
Como expresé al principio mi propósito, más que un análisis es una invitación a que lean “Hemos sido felices por mucho tiempo”, así como las novelas escritas por Mauri y experimenten por sí mismos estas y otras sensaciones que su literatura propone.