
Todo el espacio de La LibreRía (así se llama), que regenta desde el año pasado, Isaac Kukoc, en Sucre, está lleno. Desde la tarde del viernes, Liliana Colanzi y Edmundo Paz Soldán, no han parado de firmar libros, de charlar y sacarse fotos con sus lectores.
Marcelo, hermano de Edmundo, y director de la editorial Nuevo Milenio, me dice que los ejemplares de La mirada de las plantas, se agotaron, que ya no hay, que no se lo esperaba/n.
Un día antes le había dicho que estaba loco si pensaba traer veinte o treinta libros.
“Viejo, debes estar mamado si crees que Edmundo y Liliana no van a vender siquiera cien libros. No sé en Cochabamba, pero aquí te aseguro que no salen menos de 50, especulando mucho”, le dije.
Y así fue. Se vendieron muchísimos más libros de los proyectados, y el conversatorio estuvo plagado de preguntas informadas, de lectores atentos, que sabían bien a lo que venían y que abordaron temas que Edmundo y Liliana respondieron con generosidad y ampliaron de manera didáctica, pero profunda.
Liliana no volvía a la Capital desde hace diez años, Edmundo hace veinte.
De un tiempo a otro, Edmundo se ha convertido en uno de los escritores más importantes no solo de Bolivia, sino de Hispanoamérica.
De su salto en 1996 con la generación Mac Ondo, esa antología que reunía a narradores como Jaime Bayly y Jorge Volpi, a su reconocimiento como un narrador imprescindible de nuestra literatura (con un Premio Nacional de Novela y un Juan Rulfo, en su haber), no parece haber pasado mucho y, sin embargo, es toda una vida dedicada a la literatura.
Por su parte, Liliana, en el lapso de su década ausente, ganó el Aura Estrada, de México, y el año pasado, el Ribera del Duero, con su libro Ustedes brillan en lo oscuro, convirtiéndose, junto a las bolivianas Magela Baudoin y Giovanna Rivero, en una de las autoras de mayor proyección a nivel internacional, junto a otras voces como Mónica Ojeda o Samanta Schweblin, que refuerzan estos tiempos latinoamericanos poblados de autoras potentes.
“Ya era hora que se tome en cuenta la voz del cincuenta por ciento de la población en el mundo. El siglo pasado, había antologías de cuentos en los que no existían las mujeres. No figuraba ni una. Y no porque no habían, sino porque se las invisibilizaba”.
Este mismo fin de semana, en otro espacio alternativo de Sucre, El Mercadito, tres narradores jóvenes bolivianos dan un taller (Gabriel Mamani, Iván Gutiérrez y Rodrigo Villegas). Anoche, Edmundo y Liliana fueron a verlos. Les pregunto si los leen, si están al tanto de la literatura joven boliviana, y claro, no sólo los leen, también los publican y los mencionan. Su lista es larga y no la reproduzco porque las listas siempre son odiosas.
También se preocupan y se llevan literatura de autores chuquisaqueños. Poetas y narradores, por igual. Se nota un interés genuino que no concuerda con todos aquellos que alguna vez han opinado y opinan, que porque Edmundo y Liliana viven y escriben desde Estados Unidos, o porque publican en editoriales extranjeras o, simplemente, porque les va mejor, son autores a ser deslegitimados en la órbita nacional.
Me parece que la experiencia humana de este fin de semana, acompañándolos y charlando con ellos, ha sido reveladora en el mejor los sentidos.
Muchos temas fueron los que tocaron en su conversación con el público y en la entrevista que sostuvimos. Han sido momentos luminosos de la literatura dialogando con la realidad, o con lo que queda de ella. (A través de esta pequeña nota, les invito a revisar la entrevista que sostuvimos en LA MALA EDUCACIÓN, también pueden encontrar varias conversaciones con ellos en la web.)
Pero más allá de eso, creo que es importante leerlos. Leer a Edmundo Paz Soldán y a Liliana Colanzi, ambos dos universos en potencia y en despliegue.
Creo que es importante leer a nuestros autores en general. Creo que la literatura, mientras exista, tal como la conocemos, seguirá planteando las preguntas y generando las dudas creativas necesarias, más que las respuestas.
Por último, es reconfortante ver el interés renovado de nuestra gente por consumir literatura. Marcelo dice que Sucre está, incluso, mejor en el consumo de literatura boliviana, que Cochabamba. Ojalá sea cierto y no decline. Mientras tanto, gracias a Isaac (La LibreRía), a Marcelo (Editorial Nuevo Milenio), y a todos los que hicieron comunidad estos días alrededor de dos libros: Ustedes brillan en lo oscuro y La mirada de la plantas; y, claro, alrededor de dos autores bolivianos y universales: Liliana Colanzi y Edmundo Paz Soldán.
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