Editorial artesanal Almatroste, la crianza mutua del libro
Allá por el 2007 cerrábamos la primera etapa del Almatroste como espacio cultural físico. Desde su fundación, el 2004, éste funcionaba en el pasaje Juan XXIII de la ciudad de La Paz.
Allá por el 2007 cerrábamos la primera etapa del Almatroste como espacio cultural físico. Desde su fundación, el 2004, éste funcionaba en el pasaje Juan XXIII de la ciudad de La Paz. Vivimos unos años muy hermosos e intensos y conocimos entonces a muchos artistas, músicos, teatreras y poetas. Me preguntaba entonces en silencio, ¿por qué no publican su escritura, sus poemas, sus libros? No parecía tan difícil entonces. Me parecía igual de curioso el por qué los teatreros, después de tanto trabajo y tiempo, no presentaban muchas más veces sus obras. No hay escenarios decían: entonces hagamos uno dijimos y así nació el Almatroste. Las editoriales te cobran, se quedan con tus derechos y buscan solo lo comercial, decían las poetas: entonces hagamos una editorial diferente.
Ante la proliferación de fanzines, el “hazlo tú mismo” y el tiempo en casa (embarazada de la Zoe) se gestaba también la editorial. Sentimos que la poesía de Katterine López Rosse debía ser leída por más personas; creíamos necesarias sus palabras para el mundo. ¿Por qué no ponerse en sintonía con otros, con otras? Y que esos otros, otras sepan que no están solos, solas. El libro podría ser el mediador de este encuentro. Es así que, sin nunca haber encuadernado nada antes, con el Martin, la Katty, el Cesar y yo, nos inventamos una manera de hacer libros. Para la primera wawa usamos carpicola, los servicios de una fotocopiadora a polvo, una plancha y muchos libros de arte, pesados, a modo de prensas. Unas sentidas palabras de Rubén Vargas prologaron aquel poemario.
Dos libros más de cuentos salieron en aquel formato extraño: el primero de César Antezana y los cuentos eróticos de Guiomar Arandia, acompañados de un bello prólogo escrito por Adolfo Cárdenas.
Entonces volvimos a la poesía, pero esta vez en formato de postal. Fotografías mías y los versos de cuatro poetas que posteriormente publicaríamos individualmente. Tania Sáenz, Alejandra Carranza, Fernando Llanos y César Antezana. Las primeras publicaciones, de la poesía del Giovanni Bello y los dibujos de la Nadia Rolque han sido parte de esto también.
Hemos trabajado todo este tiempo a nuestro propio ritmo. Nos gusta creer que publicamos cuando tenemos que hacerlo. No nos sometemos a ningún tipo de presión sobre nuestra labor y cuando nos embarcamos en un proyecto, lo hacemos con todo.
Como con el libro de la poeta ecuatoriana Sarawi Andrango y el trabajo a larga distancia que entonces emprendimos, con una hermosa portada ilustrada por Knorke Leaf. O con la escritora Roxana Colibrí: hasta invitamos a la presentación de este libro en la Casa del Poeta, un trío de jazz para acompañar aquella inolvidable velada. La obra en grabado de Edgar Arandia acompañó su portada. Antes de ellas, habíamos publicado la poesía de José Mattos, iniciando con él una nueva colección de poesía con diseños de gran formato, con aquella mariposa/calaca de Brayan Marcelo ocupando toda la tapa.
Yo no soy poeta. Yo soy la hacedora de libros, la que los va criando. Los imagina.
Las técnicas y las formas han mutado, han ido cambiando desde un falso cosido a un cosido de verdad. Será por eso que ahora me parecen más prolijos, más churros estos libros. En el 2022 luego de un largo receso presentamos a la diva histérica paceña: Leonel Inti, con el arte de Adriana Bravo impreso en serigrafía.
Después de todos estos años en el mundo editorial artesanal, por fin he comprendido qué hago aquí, en este espacio que no sentía mío, al no ser yo escritora, poeta, etc.
Estos últimos días, previos a la presentación de estos dos poemarios, entre la maquetación, las pruebas de impresión, las devoluciones con los autores Pedro Mena y el Juanpa Vargas Rollano, el diseño de las portadas, la conversa con Frank Arbelo, con Marenka Halas… he sentido a estos libros como mis wawas, como nuestras wawas. Si. Aunque suene cursi.
Imprimir, medir, coser, refilar y luego arropar la poesía en sus portadas, me ha hecho pensar en la crianza mutua, en el Yanak Uywaña, en la crianza mutua de las artes que menciona nuestra hermana Elvira Espejo.
Cada uno de estos ejemplares han pasado por nuestras manos, por nuestros sentires y pensamientos. Desde la concepción de las ideas que han llevado a sus autores a gestarlos, hasta la materialización concreta al armarlos.
Jaqichaña, dice la Elvira al referirse concretamente a la crianza de la obra de arte, que no solo está planificada en la cabeza, sino que se complementa con los materiales y las acciones que llevan a concretarlo. Estos libros son materia que vive, son materia que vibra.
La editorial Almatroste es artesanal, es chiquita y sentipensante. Es un jiwasa, es un nosotros, que les incluye a ustedes, los lectores y las lectoras, nuestros interlocutores. No somos solitos pues, todos juntos hemos hecho posible estas obras, estas wawas. Es por esto que el pasado sábado, día de la presentación de estos dos poemarios en la Feria del Libro, entre pasankalla y coktelito de piña, festejamos esta crianza mutua, esta conectividad que nos hace comunidad.
¡Salud esqueletxs!