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Una escritura desnuda en El corazón del daño de María Negroni

M. Fernanda Villarroel escribe sobre El corazón del daño, una de las novelas más íntimas de la escritora argentina María Negroni. Con esta entrega inauguramos una serie de colaboraciones entre Puño y Letra y los estudiantes de la Carrera de Literatura de la UMSA de La Paz.

Una escritura desnuda en El corazón del daño de María Negroni Una escritura desnuda en El corazón del daño de María Negroni

M. Fernanda Villarroel
Puño y Letra / 18/09/2023 00:53

El corazón del daño es escritura desnuda que expone los pensamientos más profundos en la tensa relación entre madre e hija. María Negroni (Rosario, 1951) publicó este libro con la editorial Penguin Random House dos años después de la muerte de su madre, un evento que se convierte en el tema central del viaje hacia el origen y el propósito de su escritura. La única manera de ingresar a este relato es a través de la memoria: "Voy a recrear lo que me sucedió". Esta obra literaria tiene como protagonistas a la madre, una figura de autoridad marcada por la exigencia, el desprecio y el amor, y a la hija, quien se siente exigida, obligada y criticada. A través de esta perspectiva, la niña recorre su camino hacia la madurez, observando a su madre, quien se convierte en la dueña de sus reflexiones, palabras y la impulsora de la voz poética.

El texto contiene una advertencia inicial citando a Pessoa: “La literatura es la prueba de que la vida no alcanza”. Primeras letras para determinar que la literatura, la poesía (a punto de ser leída) no es rima, ni imágenes bellas, sino un instrumento complementario y enriquecedor que ofrece explorar aquellas cuestiones de la vida, alentar la duda, imaginaciones y deseos, para ofrecer una ventana a otras realidades. La misma escritura íntima y magnética que leemos a lo largo de este poema extenso, si podemos llamarlo así, ya que la narración no puede encasillarse en un solo género. El libro puede considerarse como un cruce de varios registros: narración, conversación, poesía, autoficción y testimonio.

Es una escritura fragmentada que comprende una narración cronológica y evolutiva que abarca la infancia, adolescencia y adultez de la hija. En cada etapa, la relación con su madre se redefine. La narración se compone de recuerdos que exploran sus sentimientos hacia la madre, desde la fascinación inicial hasta el cuestionamiento posterior.

“En la casa de la infancia no hay libros”, primera frase que evidencia la falta de literatura que será la fisura, la astilla en la relación entre madre, hija y literatura. Pronto, la hija anuncia frases desafiantes contra su madre y el lenguaje se convierte en su refugio. No obstante, en la primera parte aún persiste una prevalencia de esa mirada inocente y sinceridad extrema ante las impresiones de la figura materna, una persona difícil pero fascinante. La ambivalencia de su influencia funciona como una especie generadora de escritura. “Mi madre siempre fue la dueña del lenguaje”; en tan simple frase Negroni expone un significativo proceso. Explica la narradora que su madre era asmática y aprendió a comunicarse de manera concisa y significativa. Condensaba cada palabra y silencio con un propósito. Este estilo de comunicación influyó en la hija, quien adopta ese lenguaje concentrado en su poesía. 

Siguiendo el proceso de crecimiento, llegamos a la adolescencia, donde la lucha continúa y alcanza su punto álgido, la etapa de la rebeldía: “Germinar es volverse contestadora”. Las dudas implantadas desde la infantil edad ahora son reales. Establece, ya no una fisura, sino una rasgadura en la relación. La rebeldía no solo toma su cuerpo, su actitud, sino su lenguaje. La narradora recuerda aquella exploración de su identidad y literatura. De nuevo el triángulo madre-hija-literatura aparece, pero esta vez problematizando la relación madre-hija y afianzando los lazos entre hija-literatura. La edad le dio el poder e independencia de internarse más en los libros como una forma de escape a los brazos de los miles de escritores famosos que lee. Además, no solo sería la lectura, sino explora el terreno desconocido de la escritura. El lenguaje materno ya no está solo, ahora es acompañado con las voces de escritores y escritoras. Sin embargo, la figura materna no solo se queda encerrada en el desprecio, sino que la grieta es cuestionarla. La narración cambia de primera persona a segunda persona en muchas ocasiones para resaltar el “tú”, para dirigirse a ella, hablar con ella y preguntar por ella y entender ese espacio todavía oscuro.

Las dudas que deja su etapa de adolescencia ahora son un tema esencial para hablar de la madre y la obligan a rememorar la infancia para entenderse y entenderla. La literatura y especialmente la poesía ya gobiernan el mundo de la autora y ahora aquella rajadura se torna en un quiebre total que se intentará llenar con sentido. ¿Cómo llenar aquellos huecos? Recurriendo nuevamente a la infancia con rememoraciones y fotografías (prueba tangible que busca la narradora). A diferencia de aquella etapa infantil, ahora también reflexiona desde la empatía hacia su madre porque ahora experimenta su mismo papel. No solo cuestiona desde su posición, sino que intenta entender y buscar cierto consejo de cómo equilibrar esa división de narradora, madre e hija. Esta es una pregunta, entre muchas, que la narradora se formula y para la cual no obtendrá respuestas: “te estoy haciendo una pregunta inmensa: este libro. Y no contestás”.

En 122 páginas, la poesía de Negroni abarca lo inabarcable: expresar un vínculo complejo, irrompible e inmutable. Resulta insuficiente no poder abarcar cada página, cada oración, cada letra que Negroni cuenta al exponer la crudeza de la realidad materna.

El corazón del daño no solo contiene una reflexión de un vínculo, sino un enfrentamiento con sus propios demonios, miedos e inseguridades. Desciende a lo más bajo de los recuerdos para permanecer ahí y poder escribir para descubrir aquella zona desconocida. De modo que estamos frente a una imagen de una escritora vulnerable y fuerte a la vez. El corazón del daño va más allá de un simple conflicto madre-hija, sino que es, ante todo, una búsqueda de sentido a través de la poesía ante aquel espectro materno, la entidad fantasmagórica que vuelve constantemente con la voz poética para crear una danza con el recuerdo infantil, significante con “certeza e igual incertidumbre”.

Etiquetas:
  • corazón
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