Jesús Urzagasti, una biografía

Aprovechando un aniversario más del nacimiento de uno de los escritores seminales de la literatura boliviana, Jesús Urzagasti, publicamos el trabajo del escritor Macro Montellano, realizado para la Biblioteca del Parnaso Boliviano

Jesús Urzagasti Jesús Urzagasti Foto: Internet

Marco Montellano
Puño y Letra / 23/10/2023 22:12

Aprovechando un aniversario más del nacimiento de uno de los escritores seminales de la literatura boliviana, Jesús Urzagasti, publicamos el trabajo del escritor Macro Montellano, realizado para la Biblioteca del Parnaso Boliviano https://www.boliviabpb.org/, con la esperanza de que nuevos lectores se interesen por la obra del autor de Tirinea.

Poeta, novelista y periodista. Nació en Campo Pajoso, provincia Gran Chaco, departamento de Tarija (Bolivia), el 15 de octubre de 1941 y falleció en La Paz (Bolivia) el 27 de abril de 2013. Hijo de Alberto Urzagasti y de María Aguilera –ambos agricultores– fue el mayor de ocho hermanos. Migrante joven, su caminar lo apartó pronto de su provincia para estudiar, primero en la ciudad de Tarija, donde salió bachiller del Colegio Nacional San Luis, y luego a Salta (Argentina), en 1958, en donde estudió tornería durante un año en la Escuela Industrial.

Según relata la estudiosa argentina María José Daona (2017), ese año en Salta el autor produjo sus primeros escritos, surgidos como una manifestación de nostalgia por su patria natal: «Esos textos tienen su origen en un sueño que tuvo el 6 de agosto, día de la fiesta nacional de Bolivia. Nos cuenta en diversas oportunidades que, en aquella ocasión, soñó que alguien le dictaba un extenso poema que trataba de transcribir la "vida diurna". Ya despierto, sólo recordó el verso "imperios olvidados" y lo escribió en un cuaderno de rayas azules y margen holgado. Desde ese momento el cuaderno se fue llenando de poemas que luego introdujo en una botella verde y enterró en la quebrada de Quaristy».

En 1961 se trasladó a la ciudad de La Paz y comenzó la carrera de Geología en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), que abandonaría al cabo de un año para dedicarse a la escritura y el periodismo, aunque también trabajó en el Instituto Cinematográfico Boliviano (1965), donde fue asistente de dirección del largometraje Ukamau, del destacado cineasta boliviano Jorge Sanjinés. Se casó tres veces y fue padre de 8 hijos: Deterlino, Orana, Ela, Lucía, Nicolás, Nivardo, Froilán y Carmen. La compañera sentimental de sus últimos años fue la poeta paceña Sulma Montero, quien al respecto de la juventud de Urzagasti comenta: «Ayudaba a sus papás en el campo, trabajó como portero, vendía las empanadas que hacía su mamá en Yacuiba y, como no tenía dónde dormir cuando recién llegó a La Paz, ingresaba como jugador suplente del equipo Chaco Petrolero para dormir en el estadio».

En 1962 publicó sus primeros versos en la revista Nova, aunque no los incluyó en ningún libro posterior. Ese año conoció al poeta tarijeño Roberto Echazú, con quien entabló una cercana amistad y codirigió la segunda etapa de la revista Sísifo (1964), boletín cultural del cual Echazú había publicado antes dos números –en 1959 en la ciudad de Córdoba (Argentina)– junto al poeta José Marano. En 1965 Urzagasti conoció al poeta y narrador paceño Jaime Saenz, quien apareció bajo el nombre de Cranach en su obra posterior. Según sus propias palabras (1987): «Conocer a Jaime fue un alivio, me demostró que la literatura era una posibilidad, que no estaba loco. […] Él me enseñó ciertas obligaciones: el no traicionarse, el arriesgar».

Entre el 23 de febrero y el 12 de junio de 1967 escribió Tirinea, su primera novela y las más premiada y difundida de sus obras. A raíz de esta novela ganó en 1969 una beca de la Fundación Guggenheim que le permitió pasar un año en Europa, conociendo Francia, España y Alemania. Su trabajo formal como periodista cultural, área en la que dejaría una huella imborrable en la cultura boliviana durante tres décadas, comenzó en 1972 como corrector de pruebas del suplemento Presencia Literaria, del cual sería después jefe de redacción y director, ante el fallecimiento de su fundador, Juan Quirós, en 1992.

Sulma Montero destaca además la difusión de la música chaqueña emprendida por Urzagasti: «Recuerdo al Dúo Pasacanal, violín de Fortunato Gallardo, bombo de Alberto Choque… de Chaco adentro. Ellos trajeron la chacarera gracias a que Jesús logró que los inviten a grabar un disco, de esa manera llegó la chacarera a La Paz y al resto Bolivia». Participó en eventos literarios realizados en Argentina, Colombia, Cuba, Chile, México, Perú, Uruguay, España y Francia. Fue invitado de honor en eventos dedicados a su obra en Estados Unidos, Alemania, Polonia e Italia, país en el que realizó la última gran gira de su carrera acompañado por Claudio Cinti, su traductor. «Sus cenizas se esparcieron a los pies de una isla de árboles jóvenes en Retiro (Gran Chaco) junto a la orilla del río y el canto de los pájaros», concluye Montero.

Tirinea fue elegida entre las quince mejores novelas de la literatura boliviana por el Ministerio de Culturas y la Carrera de Literatura de la UMSA, el año 2012, y rompió los cánones de su época con una historia fragmentada que, en palabras de Ana Rebeca Prada fue: «construida como un contrapunto de fragmentos narrados o inscritos por Fielkho, un exestudiante universitario de provincia, y “El viejo”, y en la que nos encontramos con una narrativa [que] excede los discursos a los que nos había acostumbrado parte considerable de la literatura boliviana y que nos obliga a pensar una lectura que recupere del olvido a otros que […] transitaron al margen del Estado y promovieron un pensamiento para éste ilegible».

Según Giovanna Rivero: «la novela Tirinea de Jesús Urzagasti funda una geocultura afectiva de las tierras bajas bolivianas, tanto porque en su universo literario se recrean esos lugares antes ignorados o relegados a la periferia de “lo nacional” como porque en esa recreación, a través del procedimiento melancólico, se configura una subjetividad de frontera, capaz de permear los referentes culturales hegemónicos para problematizarlos, enriquecerlos y hacerlos parte vital de la imaginación pública».

Otras de sus novelas son: En el país del silencio (1987), De la ventana al parque (1992), Los tejedores de la noche (1996), Un verano con Marina Sangrabriel (2001), El último domingo de un caminante (2003) y Un hazmerreír en aprietos (2005). También es autor de las obras poéticas Cuadernos de Lilino (1972), Yerubia (1978), La colina que da al mar azul (1993), El árbol de la tribu (2012) y el volumen compartido con Sulma Montero Frondas Nocturnas/Infancia (2008). De manera póstuma se publicaron, además, su poemario Senderos (2015) y el libro de prosas breves El llamo blanco (2021). En 2021 la editorial 3600 reeditó sus siete obras narrativas. 

El crítico literario Luis H. Antezana destaca el carácter poético de la narrativa de Urzagasti al mencionar que «no se trata solamente de la intensidad de las nominaciones e imágenes sino también de una cierta perspectiva que entiende el mundo en términos de lenguaje. Dicho de otra manera, en estas novelas, el relato de los hechos se acompaña siempre de una atención al valor mismo de las palabras».

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