Una revista creada durante la Guerra del Chaco

Oscar Córdova inaugura sus aportes a Puño y Letra con un estudio sobre una de las revistas bolivianas que, como tantas, han sido absorbidas por el tiempo y el olvido

La Semana Gráfica Una revista creada durante la Guerra del Chaco La Semana Gráfica Una revista creada durante la Guerra del Chaco

Oscar Córdova Sánchez 
Puño y Letra / 11/12/2023 00:44

Ante la presión estatal de censurar las noticias a los medios de prensa al inicio de la guerra con el Paraguay, nace La Semana Gráfica (1932-1934), una revista ingeniada para proponer un ideal nacional en tiempos de crisis y difundir la información más detallada del acontecer militar en el Chaco. Aquí describiremos su participación en el escenario literario, bélico y social que iniciará una nueva etapa en el discurso intelectual boliviano.

Durante el desarrollo de la Guerra del Chaco (1932-1935) nuestro país vivía un momento de desestabilización social la cual empezaba a deteriorar la antigua oligarquía que se sostenía apenas por un puñado de políticos que predecía ya su fin y visualizaba un ascenso social mestizo inevitable que arruinaría sus proyectos.  En efecto, el conflicto bélico con Paraguay ayudó a muchos bolivianos de diferentes lugares del país a conocer esa “otra Bolivia”, aquella compuesta por comunidades indígenas invisibilizadas desde tiempos pasados por nuestros gobernantes. Individuos de una sola nación por primera vez estaban hombro a hombro colaborando, cooperando y luchando para defender nuestro territorio en el sudeste de la república. 

Varios escritos sobre el desarrollo y participación de Bolivia en el conflicto fueron publicados durante y después de terminada la guerra. Memorias, folletos, biografías, cuentos, novelas y diarios son la fuente más rica en la narrativa de la guerra del Chaco. Aunque, después de numerosos estudios referentes a esa época, muchos investigadores en el tema dan poca importancia a la labor de las revistas, sino de forma aislada como fuente de alguna noticia o fotografía de un militar.

Las revistas literarias fundadas en plena campaña bélica, a diferencia de los periódicos, tienen en su organización una base de unificación intelectual nacionalista para publicar escritos. Así, de manera ampliada se explica el sentido de un nuevo universo bélico donde, a decir de Mariana Moraes, se entrelaza con el universo letrado “ajeno al conflicto (…) que busca otorgarle un sentido, que se asocia con la búsqueda de una identidad americana”, en este caso una boliviana. En este contexto nace La Semana Gráfica.

La Semana Gráfica, revista nacional ilustrada publica su primer número el 15 de octubre de 1932. El director fue Francisco Villarejos (1897-1938), destacado periodista y escritor. Siendo la cabeza de la revista, invita a varios escritores para unirse a este cenáculo. Entre los colaboradores estaban Porfirio Díaz Machicao (1909-1981), Carlos Medinaceli (1898-1949), Ismael Sotomayor (1904-1961), Gamaliel Churata (1897-1969), Gonzalo Fernández de Córdova (1898-1938), Raúl Jaimes Freyre (1887-1970), Arturo Pizarroso (¿1900-?) Gustavo Adolfo Otero (1896-1958), Carlos Salazar Mostajo (Chapaco) (1916-2004), Rafael Ulises Peláez (1904-1973) y David Crespo Gastelú (1901-1947). Todos dedicados a realizar cuentos, reseñas biográficas, poesías, homenajes, entrevistas y relatos en torno a una nueva narrativa que se formaba para unificar la valoración del indio y su importante desempeño en el porvenir de la nación. Además, se encontraba El Tábano, el único periódico que no se vende dirigido por Sir A Willy, que en realidad fue la sección humorística de la revista con varias ilustraciones, donde se usaba varios seudónimos para imprimir las ridiculeces de nuestros políticos de antaño.

En su primer número los editores justifican la publicación de la revista que “sin jactancia y sin pretensiones(...) Trataremos de llegar hasta el corazón del público boliviano poniendo de nuestra parte todo cuanto es posible exigir”, promoviendo la unidad y el sentido de pertenencia como boliviano en cuerpo, pensamiento y territorio.  

El director de la revista Francisco Villarejos (Pancho Villa) ya tuvo experiencia en la creación de revistas como Inti (1925), en la cual había un marcado objetivo de promover la valorización de nuestro pasado prehispánico y enaltecer la cultura andina de nuestra raza autóctona. Bajo este seudónimo él se encargaba de realizar entrevistas a los jefes militares, oficiales y soldados activos en la campaña, dando a conocer el lado más humano de la guerra con sus crónicas bien elaboradas. Junto Luis Nardín Rivas (1890-1960), subdirector de la revista, lograron generar un discurso patriótico en los textos de la editorial.

Para lograr una activa participación de mujeres lectoras y fomentar la lectura de la revista, en el equipo de redactores fue primordial la participación de la periodista Zoila Viganó Castañon (Kora), quien elaboraba columnas sobre feminismo, dando a conocer la labor fundamental de la mujer durante la guerra y el apoyo moral que daba a esposos, hijos, hermanos y padres. Además, estaban Gladys Smith, Leonor Díaz Romero (¿1900-?) y Gloria Serrano, seudónimo de Rosenda Caballero (1905-1994), esta última figuraba con varios escritos sobre el pasado indígena y sus costumbres. De esta manera, el equipo exitosamente logra captar la mayor atención para obtener varios lectores y suscriptores en todo el país; además, funciona como eje de promoción de empresas como Forno, Said, Soligno entre otros quienes sostienen económicamente a la empresa editorial mediante los pagos por publicidad.

En cuanto al discurso fotográfico de la revista -mayormente eran fotógrafos anónimos- generó un lenguaje visual para dar a conocer los rincones más alejados de nuestro territorio y no solo dotar información gráfica sobre el ejército. El semanario buscaba retratar fielmente el diario vivir del país y su gente. Esto era reforzado por las entrevistas que los corresponsales hacían a casas de adopción, hospitales, iglesias, industrias y centros de rehabilitación. 

Al interiorizarnos en el discurso de una revista nacida al calor de la guerra y que no difundiera solamente información del acontecer diario de las tropas bolivianas, sino de la vida urbana y rural nos da a entender la misión de entrelíneas que revela los editores, que detenían la mirada en algún lugar alejado o sector olvidado por la prensa oficial. Es el caso de la escuela de Warisata donde se leen varios reportajes de su sistema pedagógico o la función vital del indio como soldado de implacable disciplina y fuerza.

Pero la honestidad informativa sobre el fracaso de la guerra y su difusión nacional por parte de la revista duraría poco. Ante la inminente censura estatal y clausura definitiva La Semana Gráfica dirá adiós. En mayo de 1934, logrando la cantidad de 81 números publicados, se cerraría la empresa editorial y sus colaboradores, para no dejar en ausencia la información gráfica y escrita sobre la guerra del Chaco, fundarían La Gaceta de Bolivia meses después, siendo director Carlos Medinaceli.

La Semana Gráfica promovió la campaña de valorar nuestras raíces, nuestra tierra, y más que todo nuestra cultura siendo la fotografía el recurso de promoción de estos sucesos, factor fundamental en el surgimiento de los nuevos actores sociales una vez terminada la guerra.

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