El camino de la música
Esta canción de Silvio me hizo pensar mucho en la labor del artista y más precisamente en las personas que eligen la música como su principal forma de expresión.
“El que tenga una canción, tendrá tormenta
El que tenga compañía, soledad
El que siga un buen camino tendrá sillas
Peligrosas que lo inviten a parar”
Esta canción de Silvio me hizo pensar mucho en la labor del artista y más precisamente en las personas que eligen la música como su principal forma de expresión.
Picasso, el excéntrico pintor español considerado “el padre del Cubismo”, dominó primero el Realismo, antes de revolucionar el mundo con su obra “Las Señoritas de Avignon”, que para much@s marca el nacimiento del Cubismo, un camino que el malagueño escogió a sabiendas de las críticas que provocaría, le llegaron a llamar “Pintor de tontos”, así y todo evadiendo la comodidad de la “silla” del Realismo, decidió continuar su camino y proporcionó a la humanidad otra forma de ver nuestro mundo.
El trabajo artístico siempre cumple una función social, algunos sirven para perpetuar el statu quo volviéndose funcionales al sistema, otros rompen con las estructuras establecidas brindando nuevas perspectivas de entender y vivir esta vida, “un buen camino”, a mi parecer, en el mundo de la música tendrá que ver con la posibilidad de alcanzar no solo el virtuosismo de un instrumento, que tiene que ver más con una obsesiva persecución de algún tipo de “perfección” individualista, sino más bien con la capacidad de proponer nuevas formas de interpretar esta vida.
L@s músic@s tienen en su camino varias “sillas peligrosas que invitan a parar”. La primera es obviamente la que te invita a dejar de intentar siquiera aprender un instrumento so pretexto de ser una actividad que no te llevara a nada. La segunda, la más peligrosa, es que una vez dominado medianamente su instrumento y bajo la premisa de que para poder dominarlo hay que ejecutar lo que ya existe, se sentirá tentad@ a quedarse ejecutando, de por vida música de otr@s, los llamados Covers y Tributos (aplauso garantizado si la ejecución está aceptable). La tercera no menos tentadora, así como para aprender a ejecutar un instrumento se debe interpretar música que ya existe, de igual forma la composición se aprende emulando estilos ya existentes, resultando a veces obras que bien podrían ser atribuidas al artista que sirvió de modelo, de cómo se “debe” organizar las notas musicales y en ciertos casos las letras, quedando sus composiciones simplemente como “copias alteradas” del estilo imitado, impidiendo al artista alcanzar a proponer nuevas formas de hacer música.
Esas tres “peligrosas sillas que invitan a parar” evitarán siempre completar el camino de la música, que es, en síntesis, perseguir el horizonte, y brindar siempre nuevos amaneceres a los demás.
“Pero vale la canción buena tormenta
Y la compañía vale soledadmúsica
Siempre vale la agonía de la prisa
Aunque se llene de sillas la verdad”
(Historia de las Sillas Silvio Rodríguez)