Joan Manuel Serrat, un premio Princesa de Asturias de las Artes para la música de la gente

La trayectoria artística de Serrat "trasciende la música y se hace referente cívico, sumando a las letras de sus canciones la fuerza del himno colectivo con voluntad universal", afirma el jurado

 Joan Manuel Serrat,    un premio Princesa de Asturias de las Artes para la música de la gente

Joan Manuel Serrat, un premio Princesa de Asturias de las Artes para la música de la gente

 Joan Manuel Serrat,    un premio Princesa de Asturias de las Artes para la música de la gente

Joan Manuel Serrat, un premio Princesa de Asturias de las Artes para la música de la gente


    Pablo Gil
    Puño y Letra / 30/04/2024 03:14

    Joan Manuel Serrat ha ganado el Princesa de Asturias de las Artes 2024, un premio que también es un reconocimiento a la música popular como una de las formas artísticas más elevadas. Si durante más de cuatro décadas esta categoría de los Princesa de Asturias ha destacado sobre todo a arquitectos, cineastas, escultores y músicos de ópera y clásica, este año otorga la misma trascendencia y resonancia cultural a las canciones que nos acompañan en el bar, en el coche o en la radio, en donde Serrat ha sido imbatible durante más de medio siglo.

    "En el trabajo de Serrat, de honda raíz mediterránea, se aúna el arte de la poesía y la música al servicio de la tolerancia, los valores compartidos, la riqueza de la diversidad de lenguas y culturas, así como un necesario afán de libertad", afirma el acta del jurado que ha concedido el premio, que también destaca su papel como "defensor del diálogo frente a la crispación".

    La trayectoria artística de Serrat "trasciende la música y se hace referente cívico, sumando a las letras de sus canciones la fuerza del himno colectivo con voluntad universal", añade el jurado.

    "No saben con cuánta alegría y emoción recibo la noticia de la premio", ha dicho Joan Manuel Serrat, en unas declaraciones compartidas por la Fundación Princesa de Asturias. "No encuentro mejor manera que una distinción tan prestigiosa como esta para despedir una carrera profesional larga y satisfactoria como la mía", ha añadido el músico.

    LA MÚSICA DE SERRAT COMO LUGAR DE ENCUENTRO

    Las canciones de Serrat han sido la lengua franca de varias generaciones de españoles, un espacio común, un patio de recreo colectivo y al mismo tiempo un refugio íntimo. La gente las ha hecho suyas porque son canciones sobre la gente, y así sus frases de andar por casa y sus melodías para tararear corren por el torrente sanguineo del país como las plaquetas. Son moléculas que se han disipado por el aire y por el agua y se han infiltrado en esta tierra para siempre.

    La celebración de la vida de Joan Manuel Serrat no es baja cultura igual que no lo fueron Paco de Lucía en 2004, Bob Dylan en 2007 y Carmen Linares en 2022, los otros tres premiados de música popular de un total de 52 en la categoría de Artes de los Princesa de Asturias, que están dotados con 50.000 euros. Joan Manuel, Juan para los amigos, hoy es aplaudido como uno de los creadores españoles más importantes e influyentes de nuestra cultura.

    Serrat se despidió de la música antes de que la música se despidiera de él, si es que eso era posible, durante una larga gira que terminó en diciembre de 2022; en Barcelona, claro. "Yo estaría aquí cantando hasta soltar el bofe, pero tampoco está uno como para dar espectáculos", se disculpaba en aquellos conciertos quitándole hierro al asunto, que ha sido una de sus especialidades.

    Con ese último concierto, en una noche navideña, terminaba una aventura de seis décadas durante las que el cantautor convirtió la vida cotidiana en poesía, la poesía en música y la música en vida cotidiana, un círculo virtuoso que tuvo sus mejores momentos durante los años 70 y 80, cuando Serrat componía y cantaba desde la plenitud artística, maduro, sensible y ambicioso.

    La forja de este rebelde, un rebelde amable y sin aristas, fue la nova cançó de los años 60, aquella canción de autor militante que pronto se le quedó diminuta mientras se licenciaba como perito agrícola, que no es detalle menor porque este barcelonés ha sido también un hombre de campo. El franquismo censuró su música tras el desplante a Eurovisión por negarse a cantar La, la, la en castellano, pero el incendio que sería su música ya corría descontrolado. La chispa saltó en 1969 con el disco Dedicado a Antonio Machado, poeta, con arreglos de Ricard Miralles, el arquitecto de su sonido, un éxito fabuloso, y la llama se expandió de manera definitiva e inmortal en 1972 con Mediterráneo, un disco tatuado sobre la piel de nuestro país.

    Sus canciones forman un conjunto armónico de nostalgias y buenos deseos, de personajes entrañables y de dolor y de rabia, de melancolía y derrota, y de alguna victoria, pero pequeña. Para millones de oyentes aquí y en Latinoamérica, donde se le ha admirado con intensidad, ha sido Serrat un rebelde frente a la injustica y un modelo moral.

    En su música ha reivindicado con fanatismo la música popular, y esa es una decisión estética pero sobre todo ética: en sus discos, Serrat ha intentado estar abierto a todos los oyentes, ha desdeñado el elitismo cultural e igual que ha cantado sobre la gente lo ha hecho para la gente. Si alguna vez hubo una sofisticación o estilización fue siempre con un cierto aire de frivolidad divertida, o desenfadada, porque Serrat ha sido siempre un creador intenso que ha preferido parecer ligero. Mucho vibrato, sí, pero también mucha ironía.

    A sus 80 años y cuando ya no puede demostrar más, el Princesa de Asturias le premia a tiempo y con justicia, que es lo mejor que le puede ocurrir a un autor memorable.

    10 canciones imprescindibles de Joan Manuel Serrat

    ARA QUE TINC VINT ANYS (1967)

    La especialidad narrativa de Joan Manuel Serrat, premiado este miércoles con el Princesa de Asturias de las Artes, es el texto más o menos autobiográfico que mira hacia atrás y hace de las amarguras de la vida algo más o menos poético, algo más o menos dotado de sentido. Por eso es tan atractiva Ara que tinc vint anys, por su contraste y por su aire desafiante, pese a que su inconformismo aún es relativamente inocente, biológico más que político. La voz rota, el tempo altísimo y la guitarra, más chitarra battente que otra cosa, muestran un Serrat que luego no fue.

    LA CANÇÓ DEL LLADRE (1968)

    1968 fue el año de La, la,lá, canción que ya está suficientemente glosada, pero también el de Cançons tradicionals, un disco de canciones tradicionales catalanas que parece hecho en tensión intelectual con su éxito. El Serrat pop y el Serrat de raíces, el Serrat más o menos catalanista y el Serrat eurovisivo, el Serrat integrado y el Serrat rebelde... La hipótesis de trabajo del cantautor ha consistido en que esos dos extremos son compatibles. En La cançó del lladre, su voz aparece ya completamente reconocible.

    TU NOMBRE ME SABE A YERBA (1969)

    La aparición de la palabra yerba, escrita con y, parece un presagio del descubrimiento de la poesía de Lorca y de Andalucía en la música de Serrat. En el fondo, el asunto se queda en eso, en una puerta que se entreabrió. La letra es, en realidad, una canción de amor que se expresa en las texturas, de modo que suena aun hoy bastante moderna, igual que los arreglos de la canción, más californianos que afrancesados.

    CANTARES (1969)

    El estatus de Antonio Machado en España, en 1969, era muy diferente al actual. Machado había pasado por tres décadas de semiclandestinidad hasta que la Ley Fraga aligeró las condiciones para la publicación y distribución de literatura no grata a la dictadura. En ese momento, Machado se ofreció como una guía moral para una nueva forma de vivir. Serrat tuvo la intuición de potenciar ese modelo y el talento de ponerle su voz.

    SEÑORA (1970)

    Si la parte que da más pereza en Serrat es su tendencia a sonar un poco profesoral, un poco machadianamente bueno, Señora es la canción que refuta esa caricatura, la historia Pijoparte del amante que se debate entre lo cínico y lo encantador. El aire casi de Burt Bacharach de los arreglos empasta sorprendentemente bien con la voz de Serrat.

    FIESTA (1970)

    El Serrat casi rockero está aquí. Si se aclaran los oídos y se limpian de las presunciones que tenemos todos, Fiesta parece anticipar las canciones de Bruce Springsteen sobre Asbury Park: locuaces, eufóricas, un poco amargas y aceleradas. Springsteen, obviamente, no sabe nada de esto y Serrat dirá que Fiesta se parece más a Brel que a otra cosa, pero algo hay.

    AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS (1971)

    Aquellas pequeñas cosas pertenece a la generación de Mediterráneo que es la canción más pletórica del disco más potente de la música popular española de su época, pero Aquellas pequeñas cosas tiene el valor de representar al Serrat nuclear: melancólico, detallista, bienhumorado en el desengaño y amigo de los derrotados. Aquellas pequeñas cosas suena mucho más bonaerense que mediterráneo, por cierto.

    ROMANCE DE CURRO EL PALMO (1974)

    La influencia García Lorca en Serrat era inevitable. Lo que es bonito es pensar que Serrat eligiera un Lorca así para escribir, como el del Romance del Curro el Palmo, más dramaturgo que poeta, más Romancero gitano que Poeta en Nueva York, casi narrativo. Y es gracioso que sea la influencia de Lorca la que nos brinda al Serrat más parecido a Bob Dylan.

    NO HAGO OTRA COSA QUE PENSAR EN TI (1981)

    Tendemos a ver al Serrat crooner de los 80 y 90 como una derivada un poco aguada del Serrat cantautor, pero esa imagen es en parte injusta. Los arreglos casi minimalistas, el gusto por los pequeños detalles, la narrativa ddele héroe perdedor, la voz a punto de romperse... Todo encaja y funciona en No hago otra cosa que pensar en ti.

    CAMBALACHE (1984)

    No se puede contar la historia de Serrat sin que salga Argentina por algún rinconcito. Aunque, en realidad, Cambalache aparece aquí para destacar la habilidad de Serrat para entrar en las canciones de género popular y hacerlas suyas, un poco inspirado por el interés de su vecino Vázquez Montalbán: tangos, boleros, coplas... Hay algo más que hace atractivo este Cambalache: el tango es un género casi cínico o, al menos, desencantado. Escuchar a Serrat en la faena es una manera de enriquecer su imagen.

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