UNA VIDA BIEN VIVIDA, ES UN QUILOMBO
Texto leído en ocasión de la presentación de Bitácora del Quilombo, de Sergio Antezana, en La Librería de Sucre.
Podemos ver un libro como una casa, como decía el Cachín Antezana, mostrar sus cuartos, espacios, ventanas, etc…, sus pros y sus contras, si tiene más luz o menos luz aquí o allá, si tiene patio, terraza, o jardín, y dejar que el lector decida si nos compra o no nos compra la casa.
En ese sentido, la Bitácora del Quilombo, del músico y escritor, Sergio Antezana, es una casa de muchos cuartos, de diversos tamaños y tonalidades. Una casa divertida que es a la vez una máquina del tiempo y a la vez un mapa para recorrer varias nostalgias que muchos compartimos generacionalmente con el autor.
Elquilombo, por supuesto, es nuestra vida. Palabra maravillosa, de raíz profundamente africana, el quilombo era el lugar donde los esclavos Africanos emancipados se reunían y daban rienda suelta a su libertad, a sus excesos reprimidos por las cadenas, en ese sentido es un espacio de rebelión y resistencia que se puede emparentar y se debe emparentar con la vida misma. Una vida bien vivida, es pues un quilombo, entendida en el mejor y en el peor de los sentidos. El quilomb, para nosotros, en el caso boliviano, fue el desorden y la promiscuidad, quizás no le dimos el vuelo que en verdad tenía, su nobleza, y seguimos utilizando esta palabra, aunque muchas palabras del pasado estén ahora en franco proceso de extinción.
En su libro, Antezana ha tratado de darle cierto orden a este caos encantador de la creación que se emparenta con lo cotidiano y con la construcción de la memoria. En ese sentido, esta bitácora es necesaria para unir crónica, música y poesía. Hay un orden en el caos, un orden en la casa, aunque la casa se parezca más a un diseño de Duchamp que a una casa común y corriente.
Esta es una armonía que hay que reconocerle a la editora del libro, que ha podido lograr un equilibrio que ya es difícil cuando se trata únicamente de una manifestación como la poesía o la crónica, no se diga de varias. Creo que la flecha, sin embargo, que circula y cruza todas las páginas de este libro es la poesía o mejor dicho el hecho poético, que Sergio desde su principal actividad como cantautor ha sabido cultivar y llevarla a otros campos con soltura y naturalidad.
También, como todo libro, y esto lo he sentido, muy conmovido por lo demás, en sus últimos dos poemas sobre todo (que le agradecí a Sergio), es el cierre de una etapa, es un adiós que sirve a la vez para dejar ir, como para hacer quedar, como lo hace todo buen arte. Es la eterna operación alquímica mediante la cual deshidratamos las ausencias, para convertirlas en presencias permanentes, para que no se vayan y se vayan, para que convivan de buena manera con nosotros, en nuestros corazones.
La poesía de la Bitácora, me ha gustado mucho, pues se emparenta con lo que yo hago, es una poesía vital de lo cotidiano y su lenguaje es el de la proximidad, el de la oralidad y eso trasmina ternura. Esa es su racionalidad fundamental, yo creo, sin pretensiones ni operaciones complejas ni complicadas, la ternura. Sus crónicas ya las conocía, porque me gustaron tanto que lo invité a colaborar con Puño y Letra, gracias Sergio.
Me ha emocionado encontrar presencias como la de mi amigo, el ´gran cantautor y poeta, Carlos López, a quien no debemos olvidar nunca.
Quiero agradecerle a Sergio porque siempre el que a uno le inviten acompañar la presentación de un hijo ya es demasiado. Por otro lado, también, con el transcurso de los años, uno ya no acepta sino lo que cree que es honesto presentar con cariño y sinceridad complacida, porque el tiempo, el cuero y los nuevos hábitos ya dejan tan poco ánimo para la lectura paciente, para la lentitud, para el reconocimiento de la vida en estos objetos llamados libros, en un mundo que se desobjetiva cada vez más, que va perdiendo consistencia, materia, abrazo.
Así, esta bitácora contiene elementos del siglo pasado y de este recién iniciado siglo.
A Sergio lo conocí en una tremenda guitarreada, a la que nos llevó un amigo común, el poeta Puky Gutiérrez, en una casa en el sur de La Paz. Allí estaban todos esos seres musicales, y todos tocaban y cantaban sin parar, era agobiante, para ser sincero.
Les invito pues a pasar a esta casa de colores y de alegrías y también de tristezas y caminares, les invito a pasar al quilombo de Sergio, seguro estoy de que a ustedes les dará también ganas de revisitar el suyo propio, de darle cierto orden, de recuperarlo, pues, de recuperar la memoria de lo perdido presente y de lo presente perdido.
Gracias.