CIELO, SOL Y  VIDA

Después de releer el libro Trasuntos de España, tengo la impresión de que Azorín hubiese estado en Sucre, Bolivia, la capital –sea en tránsito como un anónimo turista, o simplemente residente que bebe agua de la fuente del Inisterio

CIELO, SOL Y  VIDA

CIELO, SOL Y VIDA

CIELO, SOL Y  VIDA

CIELO, SOL Y VIDA


    Heberto Arduz Ruiz
    Puño y Letra / 25/03/2025 10:30

    Después de releer el libro Trasuntos de España, tengo la impresión de que Azorín hubiese estado en Sucre, Bolivia, la capital –sea en tránsito como un anónimo turista, o simplemente residente que bebe agua de la fuente del Inisterio, que brinda sabiduría y despierta la inteligencia— cuando el autor español observa y apunta: “¿No es verdad que ese azul está tan limpio, tan radiante, tan traslúcido como siempre?”. Y este otro comentario: “el cielo azul, como de brillante porcelana”.

    Ciudad reverberante de luz, novia de ropaje blanco y moño rojo (casas albas y techumbres rojas), armonía arquitectónica que se desliza por sus calles saturadas de templos católicos y construcciones de tipo colonial; imágenes de ayer que no se detienen. Uno va en pos de lo más preciado de encontrar, refugio cultural. ¡Qué placer volver a pisar tierra sucrense!

    Añosas arboledas en el parque surcado por sendas que conducen a la pequeña torre metálica, erigida en añoranza de la hermana mayor, la parisina Eiffel; edificios de la entrada: Corte Suprema de Justicia de la Nación y teatro Gran Mariscal de Ayacucho, umbral de la floresta custodiado por el Arco del Triunfo, son tesoros inigualables; los jardines lucen pétalos y flores cuyo aroma escribe en el pizarrón de la memoria nombres femeninos que saben a nostalgia y a rumor de épocas pretéritas que, en verdad, como dijera el poeta, confirman en esencia que todo tiempo pasado fue mejor.

    Azorín es, no cabe duda, sucre, vale decir dulce en idioma francés. En el artículo titulado “El arte de vivir”, con una percepción admirable de los temas de su tiempo –como si fuese hoy, corrido el siglo XXI en su segunda década— Azorín formula consideraciones actuales e imparte consejos prácticos:

    “Se vive cada vez más tumultuosa y atropelladamente”.

    “Cuando un mal nos aqueja, sin pensar en su motivación, sin cuidado de sus antecedentes vamos corriendo al médico, o el médico viene a nuestra casa. Reponemos nuestra salud, cuando la reponemos y tornamos al mismo modo de vivir convulsivo e irreflexivo”.

    “Con la masticación imperfecta se originan multitudes de quebrantos. Se come, además, mucho. No se come: se engulle”.

    “¿Por qué no poner en nuestras vidas mundanas un poco de ese ascetismo sano y alegre? Lo que da realmente fortaleza no es sólo la sobriedad, sino la alimentación vegetal. Verduras y frutas hacen que el hombre viva sano”.

    “El dormir es cosa esencial. Cuando por la noche cerremos la puerta de nuestro cuarto, no la tornemos a abrir para nada. El mundo entero, con sus tráfagos y nerviosidades, debe quedar por seis u ocho horas esperando”.

    “Sepamos callar, sepamos dormir, sepamos respirar, sepamos comer”-

    He aquí en pocas palabras el arte de vivir, de ayer, hoy y siempre. Notable, grande el longevo José Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo de Azorín y miembro de la generación del 98. Nació en Monóvar, Alicante, calle San Andrés, ahora llamada Azorín, el 8 de junio de 1873; habiendo fallecido el 2 de marzo de 1967 en Madrid a los 93 años de edad. 

                                                            

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