¿El Estado falla en identificar a los criminales reincidentes?
Según advierten expertos, en Bolivia no existen políticas destinadas a prevenir los hechos de violencia extrema; urgen a abrir el debate
Los recientes crímenes ocurridos en La Paz y El Alto, caracterizados por su extrema violencia y saña, deben motivar al Estado a introducir políticas de prevención, así como evaluar el sistema de reinserción social de aquellos que hubiesen cometido ese tipo de delitos y purgan sus penas en las cárceles, según opinaron expertos en psicología forense y psiquiatría.
Aunque a lo largo de la historia se produjeron siempre crímenes de distinto grado de violencia que en su momento impactaron en la sociedad, los asesinatos de La Paz y El Alto, donde se produjo el descuartizamiento de cuerpos, sorprendieron en las últimas semanas por su inusitado grado de crueldad.
“Los crímenes han ido aumentando en su brutalidad, en su gravedad, llegando a estos extremos que los podemos visibilizar. Son más violentos porque la mente, la psicología y la conducta se han ido transformando”, asegura a Correo del Sur Radio FM 90.1 el psicólogo forense Norman Oliden.
VIOLENCIA NATURALIZADA
El experto sostiene, sin embargo, que Bolivia “se ha caracterizado por esto desde mucho antes de la llegada de la Colonia”, y advierte sobre una “naturalización de la violencia” que se desarrolla –según explica– en el entorno de cada individuo. “¿Qué ocurre con un niño, un adolescente, un joven? Se va desarrollando en ese entorno, en un ámbito violento, él lo naturaliza y ve como una conducta primigenia. La conducta que se debe repetir, la ‘normal’, es la violencia”, apunta.
Sin embargo, la gran interrogante sigue siendo si existe una posibilidad de reinserción social de los autores de estos hechos. Ante esa consulta, Oliden manifiesta que, tomando en cuenta el caso del feminicidio de El Alto, cuyo autor descuartizó a su víctima, se produce porque el asesino tenía un antecedente anterior y que fue liberado de pena porque era menor de edad.
“Voy a tomar como estandarte caso el de la adolescente mujer que ha sido descuartizada. Tenemos antecedentes de que él (el autor) ha cometido un delito de agresión sexual en contra de una niña, con infanticidio. Una vez que ya teníamos al un individuo, ¿ha sido tomado en cuenta dentro del sistema penitenciario, se debe generar las políticas adecuadas para determinar la gravedad del delito?”, manifiesta.
“Él ha cumplido solo tres cuartas partes de su pena privativa de libertad porque era un adolescente infractor, situación que ha propiciado, dado la mala práctica de la psicología penitenciaria, en determinados grados de reincidencia y peligrosidad”, agrega.
SISTEMA SIN REACCIÓN
Según Oliden, el sistema de prevención no tuvo la capacidad suficiente como para tomar en cuenta la peligrosidad de un sujeto como el asesino de Mayerli Condori. “Si nosotros hubiéramos tenido la capacidad de contar con los datos adecuados en dicho centro penitenciario, hubiéramos podido evitar esto porque hubiéramos brindado informes, las políticas adecuadas para ver si hay un alto grado de posibilidad de que reincida y que es peligroso para la sociedad como tal”, argumenta.
Asimismo, Oliden se muestra escéptico sobre la posibilidad de que sujetos como el feminicida de Mayerli puedan, en algún momento, reinsertarse en la sociedad. “El tema de una reintegración social en delitos en contra de la vida es casi imposible, porque ya se cuenta con una psicopatología de base en algunos casos. A veces, escuchamos en los medios de comunicación decir que era un psicópata, pero no, estamos hablando de un inadaptado social, un sociópata, aquel que la sociedad, por esta mala función que ha cumplido, en el caso de la mujer descuartizada, poder prevenir esto”, señala.
“Entendamos que existen muchos delincuentes y criminales en nuestras cárceles y no tenemos el personal adecuado que pueda visibilizar, que pueda evaluar y hacer seguimiento a estas situaciones, viendo la peligrosidad y una posible reincidencia”, concluye.
PREVENCIÓN
Norman Oliden, experto en psicología forense, afirma que se debe dar la oportunidad a profesionales en psiquiatría, para que puedan aportar a modificaciones de la ley.
Sugieren ampliar pena de privación de libertad para quienes cometan delitos de asesinato
Yuri Aguilera es psiquiatra de la cárcel Palmasola, en Santa Cruz, y es el único profesional en esa área con que cuenta el sistema penitanciario boliviano.
Afirma que el sistema carcelario nacional “provee dispositivos de rehabilitación” entre quienes cometieron delitos graves, aunque admite que “estamos lejos de llegar a ese ideal”.
“El contexto carcelario provee dispositivos de rehabilitación para que, en ese tiempo de reclusión, dar la oportunidad de reordenar algunas conductas y así reaprender y readaptarse al entorno a través de la terapia. Si bien estamos muy lejos de llegar a un ideal y poder ofrecer eso al privado de libertad, sin lugar a dudas que estas conductas no van a modificarse”, manifiesta.
Aguilera explica que las conductas delictivas de este tipo “tienen una serie de contextos” y afirma que, desde el punto de vista médico y científico, “hay personas que nacen con cierta predisposicon a desarrollar ciertas psicopatías, que se influencian con los factores externos, que van desde el nacimiento”.
Tienen una serie de contextos, la psicología, criminología, y algo podrá explicar la psiquiatría a cierto tipo de conductas. “Hay personas que nacen con cierta predisposicon a desarrollar ciertas psicopatías, que se influencian con los factores externos, que van desde el nacimiento”.
Aguilera se muestra también a favor de trabajar en la modificación de las actuales normas penales vigentes.
“Aunque no soy abogado, estimo que son puntos que deberían considerarse en la modificación del código penal. Alguien que ha cometido delitos graves con lesiones y muerte de otros, según estas inclinaciones psicopáticas, debieran ser sujetas a una ampliación de su privación de libertad. Aunque hay cierta población penitenciaria que sí es apta para una reinserción”, manifiesta.
No obstante, admite que “hay otros trastornos como las demencias de orden orgánico que pueden llevar a que un individuo llegue a cometer este tipo de delitos.”