Carceletas: Sin policías, reos entran y salen para alimentarse y trabajar
La autoridad es el alcaide y los policías de cada municipio hacen rondas eventuales
Como no hay policías, los reclusos entran y salen libremente para alimentarse y trabajar. El alcaide les controla, pero ellos van y vuelven solos. En Camargo, el policía del municipio se da una vuelta por la carceleta dos o tres veces por semana. Esta es una realidad que se vive en Tarabuco, Padilla, Camargo y Monteagudo.
Ninguna de las cuatro carceletas que existen en Chuquisaca tiene policías exclusivos para el resguardo correspondiente de esos recintos. Esto, que no es ninguna novedad porque pasa desde hace años, quedó en evidencia con una visita de autoridades judiciales a Camargo. El presidente en ejercicio del Tribunal Departamental de Justicia (TDJ), Willy Valda, anunció que harán gestiones para dotar de efectivos policiales exclusivamente para los centros penitenciarios de los municipios del departamento.
UNA PARTICULARIDAD
El cumplimiento de las penas es bastante particular en las carceletas del interior de Chuquisaca, donde los reclusos, con el permiso del alcaide, tienen la posibilidad de salir a trabajar e incluso alimentarse fuera.
En los centros penitenciarios provinciales, el alcaide es la única autoridad encargada de la seguridad y los privados de libertad pueden salir de las carceletas. Pero “vuelven voluntariamente”, dijo una fuente de uno de los municipios mencionados, que prefirió mantener en reserva su identidad. Por eso, salvo algunas excepciones, no se registran fugas.
VISITA DE CÁRCEL
En la última visita de cárcel de los vocales del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca a la ciudad de Camargo, a principios de mes, se alertó de esta situación. Su presidente informó que hicieron una representación ante el comandante departamental de la Policía para averiguar por qué no hay policías en la carceleta de ese municipio y para gestionar una designación.
Según Valda, en Camargo hay 50 privados de libertad, pero faltan policías, según reclamó, curiosamente, uno de los internos durante las entrevistas.
El alcaide, Alejandro Martínez, en contacto con CORREO DEL SUR, dijo que la carceleta de ese municipio tiene cuatro ambientes para 52 reclusos. La mayoría están allí por delitos de violación. Los policías destacados en Camargo rondan día por medio el recinto penitenciario para evitar posibles fugas.
De acuerdo con la autoridad, la infraestructura fue mejorada con el apoyo de la población y de la parroquia, porque hasta hace dos años el patio tenía como pared cañahuecas.
Martínez recuerda que hace más de un año fue asignado un efectivo policial, pero que estuvo un solo día y se marchó alegando que no había condiciones para quedarse.
La misma situación se repite en Monteagudo, donde la carceleta tampoco tiene policías, según confirmó el periodista Paolo Alcoba, de radio Suprema, y en los recintos similares de Tarabuco y Padilla, adonde solo en casos de emergencia –como grescas entre reclusos– acuden los policías del municipio.
¿REOS PELIGROSOS?
El alcaide de la carceleta de Camargo afirma que los reclusos son, en general, “pacíficos y tranquilos”.
Sin embargo, considera que algunos detenidos por violación y abuso a menores de edad deberían estar en cárceles de mayor seguridad.
GESTIONAN POLICÍAS
El director de Régimen Penitenciario en Chuquisaca, Sergio Flores, informó a este periódico que, a través de la autoridad nacional de recintos penitenciarios del país, se está gestionando la dotación de efectivos policiales para las carceletas provinciales.
VIGILANCIA
Los policías destacados en el municipio de Camargo rondan día por medio el recinto penitenciario para evitar posibles fugas de los reclusos.
La falta de policías hace que los reos tengan cierta “libertad”
Precisamente la falta de mayor personal de seguridad en las carceletas hace que los reclusos tengan cierta “libertad” para salir y volver al penal donde cumplen distintas penas. Ellos trabajan durante la jornada y retornan a dormir en las noches, bajo el control del alcaide.
En Camargo, los que no tienen un empleo, salen en busca de trabajo y retornan en la noche, según la versión de los propios ciudadanos que los contratan.
En Monteagudo, hace dos años, un alcaide aprovechó la visita de una adolescente a un recluso y procedió a violarla en su habitación.
En otra ocasión el mismo alcaide llevó, en complicidad con un recluso, a una muchacha hasta la comunidad de Candúa, donde la obligaron a consumir bebidas alcohólicas y, cuando estaba en estado de ebriedad, intentaron abusar sexualmente de ella.