Cada vez más avezados: Así roban de 2 a 3 celulares por día en Sucre

La Policía piensa en montar una torre de control en el Mercado Campesino

CAMPESINO. Algunos se arriesgan, otros incluso prefieren no sacar sus celulares por temor. CAMPESINO. Algunos se arriesgan, otros incluso prefieren no sacar sus celulares por temor. Foto: Correo del Sur

Sucre/CORREO DEL SUR
Seguridad / 23/10/2022 10:00

“No tienen miedo”, dice un adolescente de 14 años en un micro de la línea “Q” amarilla, en el que desciende desde Alto Delicias hasta el centro de la ciudad y habla de los ladrones de celulares. La Policía de Chuquisaca tiene la figura bastante clara: en Sucre hay clanes de “lanceros” cada vez más arrojados y mejor organizados que roban, en promedio, entre 2 y 3 celulares al día.

La cifra se queda corta si se toma en cuenta que la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) solo consigna en sus estadísticas las denuncias que recibe en intervenciones directas, en medio de patrullajes callejeros rutinarios, o en los módulos policiales. Muchos más robos se producen diariamente no solo en la zona del Mercado Campesino, sino en otras con gran concurrencia de personas, como el centro histórico o las puertas de escuelas y colegios, pero los casos no son denunciados.

“Cuiden sus celulares”, advierte el chofer de otro micro que ingresa a la plazuela San Juanillo. Y lo mismo ocurre con otro que circula por la calle Nataniel Aguirre y para en la esquina de la José Prudencio Bustillos. Deben ser los sectores con mayor presencia de antisociales que hacen de las suyas aprovechando el descuido y la distracción de sus víctimas.

ROBOS A LA ORDEN DEL DÍA

¿Cómo operan? CORREO DEL SUR presenció al menos tres robos ocurridos en las últimas semanas identificando lugares, protagonistas y resultado de los hechos delictivos. Las ventanillas de los micros están cerradas, el vehículo estaciona en una parada momentánea y los pasajeros –sentados o de pie– usan sus teléfonos móviles para contestar llamadas, chatear o para simplemente revisar contenidos en redes sociales.

Los lanceros (así se denomina a estos delincuentes en la jerga policial) operan organizados; se trata de grupos de tres o cuatro personas, hombres y mujeres. La Policía y los comerciantes de la zona saben quiénes son, los han identificado con nombres y apellidos; es más, aseguran que son tres o cuatro grupos: “Los gorgonitas” o “Las gorgonas” están entre ellos.

El primero asoma la mirada desde el exterior del micro, identifica a un incauto, abre velozmente la ventana y jala el celular. Todo ocurre en no más de cinco segundos. Acto seguido, echa a correr con rumbo desconocido; se mimetiza entre la muchedumbre y entrega el objeto robado a un cómplice, que cambia de dirección, camina sigilosamente por estrechas calles y llega a destino: detrás de algunas casetas comerciales o pequeñas plazas de la zona. 

Ahí espera el tercero. Todos analizan la situación, se aseguran de que nadie los haya seguido y están listos para el último paso de su faena. Se dirigen a tiendas de empeño o de venta de celulares, ofrecen su producto a mitad de precio o incluso menos. Un celular nuevo de gama media cuesta, en promedio, Bs 1.200. Pero los robados se venden en 500, hasta en 300 bolivianos. Cierran el acuerdo; el celular será flasheado (formateado) y saldrá al mercado como un producto a medio uso. Y el círculo delincuencial vuelve a comenzar, varias veces más al día.

La víctima apenas alcanza a reaccionar, sale del micro y va en busca del ladrón. No tiene fortuna y sabe, para pesar suyo, que lo perdió. Y también la información que allí tenía.

MÁS DE LO MISMO 

Solo 15 minutos después, en otra parada del Campesino, el mismo ladrón –un joven de unos 20 años de edad y con 1,75 metros de estatura, ágil, veloz y delgado, pero sobre todo avezado–, mira detrás de la ventana y selecciona una posible víctima. Su acción será realmente arrojada.

En bus está por partir. El sujeto abre la ventanilla violentamente y se zambulle con medio cuerpo al micro para extender los brazos e intentar arrancar el celular de las manos a un joven robusto que está dos asientos más atrás de la ventana. 

El incauto atenaza su móvil. “Oye, ¿qué te pasa cab…? Te voy a sacar tu p…”. Intenta pararse, pero el movimiento del micro lo devuelve a su asiento. Son tres o cinco segundos aprovechados por el lancero para volver a pisar la calle y huir con rumbo desconocido.

Todos murmullan en el micro. “Es el mismo de siempre, más bien no te jaló tu celular”, le dicen al joven que quiere bajarse y perseguirlo, pero acaba tranquilizándose.

“NO TIENEN MIEDO”

El adolescente de 14 o 15 años no saca su celular del bolsillo sino hasta que el micro en el que viaja está por la zona del estadio Patria. Dice que le robaron dos en menos de un año. “Ahora no tienen miedo”, responde cuando este diario le pregunta sobre lo que más le sorprende de los lanceros.

Como la Policía, él también ha identificado al lancero delgado y ágil. Dice que siempre lo ve en la misma zona; por la plazuela San Juanillo. Y también lo reconoció una vez en un micro de la avenida Hernando Siles, aunque llevaba otra vestimenta.  

Un fenómeno común en El Alto

La “técnica”, si cabe calificar así al nuevo modus operandi de avezados ladrones de celulares en Sucre, también se ha hecho moneda corriente en otras ciudades del país. Y para muestra, un botón.

La red Unitel presentó en julio pasado un reportaje sobre este fenómeno bajo el siguiente rótulo: “¡Tenga cuidado! Conozca las nuevas formas de robo de celulares en plena Ceja de El Alto”.

Resulta que en la urbe alteña los ladrones se dan modos para buscar otras maneras de robar celulares en espacios públicos. 

En la populosa Ceja pululan a diario miles de personas que suben y bajan de minibuses y son presa fácil de los también llamados “descuidistas”, que ya no solo roban a peatones desprevenidos en las calles, sino también a pasajeros a los que les arrancan los celulares de las manos a través de las ventanillas de unidades de transporte público.   

“Tener la ventana abierta cuando uno está chateando o hablando por celular es un anzuelo para que los antisociales procedan a robar. De acuerdo con la Policía, los delincuentes encontraron nuevas formas de robar los equipos telefónicos; mucho de ellos, estudian a sus víctimas y proceden a abrir la puerta lateral de los minibuses y ventanas para introducir sus manos y proceder a ‘jalar’ los equipos”, señala el reportaje de dicha red televisiva. 

Agrega que, una vez cometido el robo, los delincuentes comienzan a correr, pasando por medio de los minibuses, hasta llegar a otro punto donde el celular es subastado a bajo precio.

“Ya ni manejo celular, en La Ceja no tengo que manejar. Cuando me llaman, directamente no contesto”, dijo un entrevistado por Unitel. 

Y otro contó cómo vio a ladrones ingresar a vehículos para quitar equipos móviles de la mano de sus víctimas. “Se entran a los minibuses, los ladrones, o directamente te jalan por las ventanillas. Está bien inseguro La Ceja de El Alto”, dijo.

La Policía, que trabaja mermada, plantea montar una torre de vigilancia en el Mercado Campesino

La Policía, que trabaja mermada, plantea montar una torre de vigilancia.

“Los números son claros. Recibimos entre dos a tres denuncias de robo de celulares a diario”, dice el director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) de Chuquisaca, coronel José Luis Arancibia.

En entrevista con CORREO DEL SUR, la autoridad policial sostiene que la oficina a su cargo tiene serios problemas por la falta de recursos humanos para ejercer labores de vigilancia y prevención, pero se da aliento y dice que, en la medida de sus posibilidades, están alertas ante la comisión de robos y otros delitos.

Para Arancibia, se hace cuesta arriba enfrentar a la delincuencia, sobre todo a la que opera en el sector del Mercado Campesino, por distintos factores. “Por ejemplo –dice– tenemos 63 policías que hoy mismo deben patrullar e investigar a la vez un promedio de 100 casos rezagados desde el año pasado. Es muy complicado”.

LIBRES POR FALTA DE DENUNCIA

Sobre los robos de celulares, da cuenta de que los casos son de cada día, confirma que reciben entre dos y tres denuncias de este tipo en ese lapso de tiempo, pero que pese a que se aprehende a los antisociales, estos son liberados a las pocas horas, “porque las víctimas no formalizan sus denuncias, ya sea por temor o porque simplemente no contamos con prueba para acusar a los ladrones”.

Arancibia explica que los ladrones tienen tal “capacidad de organización” que roban un celular y lo entregan a sus cómplices, por lo que, cuando caen arrestados y son identificados por sus víctimas, en cuestión de minutos u horas, ya no tienen el objeto robado en su poder.

También da cuenta de un fenómeno creciente entre las víctimas: el miedo a denunciar.

El Director de la Felcc sostiene que vecinos y comerciantes del Mercado Campesino temen represalias de los antisociales, que los identifican y atacan una vez que son liberados. “Es preocupante y a la vez comprensible, pero no podemos quedarnos con las manos cruzadas”, reconoce.

La autoridad policial recuerda que hace algunos meses lograron aprehender a los miembros de la banda “Las gorgonas”, cinco avezadas mujeres descuidistas que tienen su radio de acción en el Campesino. Fueron señaladas por robo de celulares, pero todas fueron liberadas porque no se las encontró en posesión de los objetos sustraídos y, además, nadie las denunció formalmente ante la Fiscalía.

PROPUESTA EN ANÁLISIS

Arancibia admite que la delincuencia campea en el Mercado Campesino e informa que hace algunos meses, en consenso con gremiales y vecinos, desde su oficina plantearon la ejecución de un proyecto piloto de vigilancia permanente. Se trata de la implementación de una torre de control, con dos policías vigilantes de forma permanente en la zona, además de monitores para detectar en directo la comisión de robos e intervenir los mismos.

El plan también fue expuesto a la Alcaldía, que se comprometió a ayudar en su ejecución; pero, de entonces hasta ahora, no hay avances.

La autoridad policial de todos modos aclara que seguirán trabajando para brindar seguridad a la población en general, aunque recuerda la importancia de contar con cámaras de seguridad en casas y comercios.

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