Hogar "Tata" sufre por trabas y espera apoyo

El personal extranjero fue despedido y la situación afecta a niños

ESPERANZADOS. El personal y la administración del hogar está en busca de ayuda y celeridad por la situación que... ESPERANZADOS. El personal y la administración del hogar está en busca de ayuda y celeridad por la situación que...

Sucre/CORREO DEL SUR
Sociedad / 12/11/2017 02:04

El Hogar Tata Juan de Dios, gestionado por las hermanas de la congregación San Antonio de Padua, acoge a más de 40 niños de corta edad, quienes reciben atención y cuidado de las religiosas en ese establecimiento de la Iglesia Católica.

Durante la intensa granizada del mes pasado, uno de los techos de esa construcción quedó seriamente averiado y puso en riesgo la seguridad de los infantes, lo que obligó a juntarlos a todos en un solo ambiente mientras se realizaban las obras de reparación. Casi un mes después del percance, los daños fueron reparados gracias a la solidaridad de voluntarios y de la propia orden, y los pequeños internos volvieron a sus ambientes habituales.

Esa institución, gestionada por la Iglesia, depende administrativamente de la Gobernación de Chuquisaca, a través del SEDEGES. Sin embargo, la directora y administradora de ese Hogar, la hermana Clementina Izaguirre, cree que hace falta algo más que recursos para brindar una atención humanitaria y responsable a los chicos.

Gracias a una campaña lanzada por los medios de comunicación de la ciudad, el Hogar puede contar recién con el servicio de un médico pediatra, el cual comparte su tiempo con el internado de Poconas. Este, según Izaguirre, es un paso importante para la salud de los menores, puesto que la gran mayoría de ellos se encuentra en un estado de malnutrición crónico que los convierte en seres vulnerables a cualquier tipo de enfermedad infantil.

“Gracias a los medios de comunicación que logramos un pediatra, con la caída del techo nadie se molestó ni vino a preguntar si les cayó algo encima, no les interesa la vida de los niños, lo digo con fundamento”, se quejó la hermana Clementina, quien junto a otra religiosa permanece a cargo de ese sacrificado trabajo.

De los 42 internos, 20 son niños entre cero y dos años y el resto van desde los dos a los cinco años. Su condición es muy vulnerable, explica Izaguirre, porque en general provienen de condiciones de pobreza extrema y con problemas de salud desde el mismo vientre materno. Algunos, incluso, son hijos de madres discapacitadas que por su situación se ven en la imposibilidad de criar a sus vástagos. “Tenemos nueve chicos en esa condición pero ellos están bien”, añade.

Todos estos factores hacen que el Hogar Tata Juan de Dios se constituya en un centro de acogida que cumple una función esencial en nuestro medio, pues el Estado por sí solo carece de condiciones para llevar adelante un trabajo que requiere ante todo vocación y solidaridad.

Clementina Izaguirre también manifiesta su preocupación por un problema que vienen sufriendo las religiosas a cargo del centro, las cuales fueron despedidas a finales del pasado año por su condición de “extranjeras”. Tanto Izaguirre como su colaboradora principal nacieron en Argentina y la instructiva oficial señala que no pueden percibir sueldos del Estado aquellas personas que no tengan la nacionalidad boliviana.

Conscientes de esa injusta disposición, las hermanas iniciaron el mes de mayo pasado el trámite para su nacionalización, es decir, para obtener la ciudadanía boliviana que les permita continuar trabajando bajo un ítem otorgado por el Estado.

No obstante, transcurridos ya más de seis meses, no tienen noticias del estado de su trámite.

“No tenemos los recursos para nombrar un abogado que nos apoye, Gestión Social nos prometió ayudarnos pero no puedo creer que hasta ahora nada. O están esperando que pase el año y quedemos fuera porque ya se acaba el año, estoy segura que no nos van a contratar, tendremos que trabajar gratuitamente, no es criar un solo niño, son más de 40”, lamenta.

La situación de las hermanas se torna más compleja debido a que a raíz del trámite de nacionalización les fueron retirados sus pasaportes de origen, por lo que en la actualidad no cuentan con un documento para poder salir del país en caso de que así lo requieran.

“Este hogar no es del Estado, es de la Iglesia Católica, el hogar continuará si nosotros continuamos, sino tendremos que entregar los niños a la Gobernación, mientras podamos aguantar lo haremos por los niños, esa es nuestra misión para que crezcan y sean felices, pareciera que los niños les interesa muy poco”, concluye sor Clementina.

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