Santa Nazaria Ignacia, una vida volcada a las mujeres y los pobres

Nazaria Ignacia March Mesa nació en Madrid pero será considerada la primera santa boliviana, pues fue en este país que le dio la nacionalidad donde ejerció su labor a favor de las mujeres trabajadoras y los más pobres.

El papa Francisco proclamó hoy santa a esta religiosa en una ceremonia en la Plaza de San Pedro en la que también fue canonizado el papa Pablo VI.

Igualmente, fueron proclamados santos el arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo; el fundador del Instituto de las Religiosas Adoratrices del Santísimo Sacramento, Francesco Spinelli; el sacerdote italiano Vincenzo Romano; la fundadora del Instituto de las Pobres Siervas de Jesucristo, la alemana María Katharina Kasper; y el joven italiano Nunzio Sulprizio.

Nacida en Madrid en 1889, Nazaria Ignacia es considerada una visionaria para su época, pues era una religiosa profundamente feminista y convencida del concepto que ahora repite siempre el papa Francisco de una Iglesia "en salida".

Entre sus logros consiguió organizar en 1933 a las mujeres de los mercados y comercios de la localidad de Oruño, donde pasó la mayor parte de su vida, para formar el que fue el primer sindicato obrero femenino de Bolivia.

Pero también creó la llamada "Olla del pobre", comedores sociales que siguen ofreciendo entre 150 y 200 almuerzos a diario para los necesitados.

En 1905, la joven ingresa en la Compañía de la Cruz de Sevilla y a finales de 1906 viaja con su familia a México y conoce a dos Hermanitas de los Ancianos Desamparados e ingresa en la congregación.

Se la destina a Oruro, en Bolivia, en 1912 con otras nueve hermanas y en 1925 sale de las Hermanitas con el nombramiento de Abadesa del Beaterio de las Nazarenas y la misión de fundar la nueva Congregación para ocuparse de los más pobres.

Nace así el 12 de Febrero de 1927 la Congregación Misioneras de la Cruzada Pontificia y en 1935 abre la primera casa en España, en Madrid.

Le tocó vivir en primera persona cuatro grandes conflictos: las dos Guerras Mundiales, la Guerra del Chaco, en la que se enfrentaron Bolivia y Paraguay, además de la Guerra Civil Española.

Eligió la nacionalidad boliviana y se dedicó a las misiones en zonas mineras, en cárceles, hospitales, colegios y parroquias y fundó hogares para niños.

También gestionó e impulsó una imprenta editando la revista "El Adalid de Cristo Rey".

Pero su gran aporte fue la creación de un sindicato para apoyar a los trabajadores, sobre todo a las mujeres.

Contaba la propia santa cómo se ofreció para ayudar en sus protestas a un grupo de trabajadores a quienes acompañó personalmente a la Prefectura y la Municipalidad para que escucharan sus reivindicaciones, pero sin violencia.

"Nos atendieron en cuanto pedimos para los obreros. Al salir nos disolvimos todo en perfecto orden", contaba Santa Nazaria.

De esta experiencia nació "su llamada a luchar por elevar la dignidad de las mujeres", explican desde la congregación.

Consciente de su situación de marginación, les exhorta a levantarse y reivindicar sus derechos y les dice: "Levantaos muy alto; erguida vuestra frente; demostrad ante el mundo, la figura de la mujer fuerte, firme en sus convicciones, constante en sus empresas", explican.

Con esta premisa, organizó a las mujeres y creó escuelas nocturnas y talleres de formación y en 1933 fundo el primer sindicato de trabajadoras de Bolivia, la Sociedad Católica de Obreras.

"Es preciso que nos levantemos", proclamaba la nueva santa, en una apuesta por la mujer, también dentro de la Iglesia, y agregaba "nuestra vida de mujer y religiosa, ni a ti ni a mi nos permiten bajar más la vista".

Nazaria murió en Buenos Aires el 6 de julio de 1943 y en 1972, sus restos son trasladados a la casa de la fundación en Oruro, Bolivia.

Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 27 de septiembre de 1992, en Roma.

El papa Francisco conoció la obra de Nazaria al visitar cuando era arzobispo de Buenos Aires una de las misiones, y cuenta la actual superiora General, Daniela Pérez, que cuando visitaba el barrio donde están las hermanas decía: "Aquí ha taconeado una Santa".