Adiós a Paulovich
A través del humor político supo expresar una ácida crítica social y política

Pavlovich –sí, con v–, Paulovich, Paulino Huanca... El prestigioso periodista Alfonso Prudencio Claure, más conocido por su seudónimo de Paulovich, falleció ayer en la ciudad de La Paz a los 91 años de edad.
Columnista fundador de CORREO DEL SUR y de varios diarios del país, había dejado de escribir su columna La Noticia de Perfil hace algunos años, pero de alguna manera permanecía presente en el periodismo boliviano.
Cerca del mediodía de ayer su cuerpo fue trasladado a la Casa de Funerales Santa María de la avenida Busch (1319) en la zona de Miraflores, donde sus restos son velados.
Alfonso Prudencio tuvo una extensa y notable trayectoria en el periodismo nacional y se hizo popular por su columna desde la que destilaba su peculiar humor, que contenía una sutil pero a menudo picante crítica política y social.
Paulovich nació en la sede de Gobierno el 27 de agosto de 1927 y el año 1958 obtuvo una beca para especializarse en periodismo en España, donde realizó estudios en la Escuela de Periodismo de Madrid. En la década de los años 50 fue, junto a Huáscar Cajías y otros destacados periodistas, fundador del semanario Presencia que luego se convertiría en uno de los principales diarios del país hasta su desaparición a mediados de la década de 1990.
Era miembro de número de la Academia Boliviana de la Lengua y en 1999 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo. En 2008 la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) le otorgó el Premio Libertad.
SUS INICIOS
Un día, el entonces director de Presencia, Huáscar Cajías, le dijo que la prensa pecaba por su seriedad y que debía haber una columna de humor. Antes, Alfonso Prudencio Claure había escrito columnas románticas y otras de alto contenido religioso”, agrega en su blog.
Así surgió La Noticia de Perfil bajo el seudónimo Pavlovich, si con "v", que con el tiempo se convirtió en Paulovich, “también conocido como Paulino Huanca en tiempos del proceso de cambio”.
SIN PELOS EN LA LENGUA
El singular periodista no tenía pelos en la lengua y solía decir que Bolivia era un país de “tontos solemnes y levudos”, de “caras largas y jetas caídas”, que habían perdido el sentido del humor o que nunca lo han tenido. Ni qué decir de los políticos bolivianos, en quienes, a su juicio, prevalecía un “sentimiento trágico de la vida”, empeñados como estaban en recordar a las víctimas y mártires de las revoluciones y hechos de sangre que saturan el calendario patrio.
Pese a ello, no le fue difícil hacer humor político durante 60 años, gracias a que Bolivia –un “typical país”, como lo definía en uno de sus libros– “es un país chistoso, pintoresco, como la fiesta del Gran Poder”, un lugar donde la “fauna política” no cambia, “se reproduce en el tiempo”, donde “los políticos son muy parecidos y puedes compararlos uno con otro a lo largo de los años…”
Sus gustos estaban repartidos entre las novelas de Graham Greene, la música de Fermín Barrionuevo, la pintura de Goya, el fútbol del Bolívar, la poesía de Pablo Neruda y algunas flores, como las camelias, “siempre y cuando no tengan joroba”, y algunos pájaros, como los pichones, “que los sirven muy bien en Cochabamba”, según una semblanza hecha por el también periodista Juan Carlos Salazar.
Alfonso Prudencio estuvo casado con la española Pilar Guerrero Rodríguez y fue padre de cuatro hijos.
Pedro Shimose: "Paulovich era un maestro del periodismo humorístico"
"En contra de lo que los amigos creíamos y nunca nos atrevimos a preguntarle, no ha dictado jamás sus artículos a ninguna supuesta secretaria porque se niega a convertirse en 'dictador'. No descubro nada nuevo al decir que a Paulovich no le gustan los dictadores, sean civiles o militares, nacionales o plurinacionales", decía en una nota que, sobre el columnista de La Noticia de Perfil, escribió el poeta nacional Pedro Shimose en 2011.
Añadía Shimose que Paulovich "ha vivido en un mundo tierno y maravilloso, rodeado del cariño de sus tías imaginarias Encarna, Restituta viuda de Batistuta y Clotilde von Karajan Quiroga, su comadre Macacha viuda de Racacha, sus amigos cochabambinos del Ateneo Pericles, y los yatiris Uayruru, Calimán y Titirico del Club Malena, de El Alto de La Paz, que le leen el porvenir en hojas de coca".
Ellos fueron los primeros –recordaba Shimose– en adivinar que Paulovich se iba.
Según el destacado poeta beniano, Paulovich era un maestro del periodismo humorístico como lo fueron, en su momento, Juan Francisco Bedregal, Gustavo Adolfo Otero (“Nolo Beaz”) y Wálter Montenegro (“Buenavista”).
"La originalidad de Paulo es su lenguaje bolivianísimo con el que retrata a los originarios de los 36 ayllus constitucionales. Está de vuelta de todo. Desde pequeñito ha oído demasiados discursos, ha olido demasiada podredumbre, ha visto demasiados golpes de Estado, demasiadas “revoluciones”, demasiados referendos y demasiados “cambios” al estilo del Gatopardo, ese príncipe italiano que decía que “algo debe cambiar para que todo siga igual”.
“Todos quieren vivir a costa del Estado, por eso nos hallamos en este estado” y “Bolivia es un país minero. Suiza es un país quesero. Suiza está llena de dólares a pesar de que el queso vale menos que el estaño”, escribía Prudencio en sus habituales columnas.
“Mi decisión es revocable, siempre que el ‘referéndum revocatorio’ de mi oftalmólogo me haga cambiar de idea”, dijo antes de "colgar la pluma".
Sus publicaciones
“Bolivia, typical país” (1960)
“Rosca, Rosca, ¿qué estás haciendo?” (1960-1961; 2 vols.)
“Florecillas y espinillas” (1973)
“Memorias de un joven puro” (1973)
“Diccionario del cholo ilustrado” (1978), entre otras.