Boliviana da a luz cuatrillizos en plena pandemia, en Buenos Aires
Jeziel Mauricio, Adriel Shamil, Zoe Fiorela y Gabriel Ulises pesan entre 0,99 y 1,4 kilogramos
En plena pandemia por el covid-19 en Argentina una ciudadana boliviana dio a luz a cuatrillizos en un parto complicado. La madre fue asistida en el Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, luego de viajar de Salvador Mazza, Salta, a Buenos Aires en busca de una mejor atención clínica.
Aquí compartimos parte del reportaje elaborado por el periodista Hernán Cuba y publicado este jueves en el diario El Clarín:
El Hospital Materno Infantil Ramón Sardá atiende alrededor de 6.000 partos anuales, lo que representa el 30% de todos los partos en hospitales públicos de la ciudad de Buenos Aires. Desde el comienzo de la cuarentena, el porcentaje ascendió al 35%.
Adriana sabía que no era recomendable para ella quedar embarazada. Desde sus 15 años le habían diagnosticado patologías que podían poner en riesgo su salud y eventualmente la de su bebé. Pero su deseo jugó fuerte y, luego de haber perdido dos embarazos, quedó nuevamente embarazada.
Tras la primera ecografía, descubrió que no esperaba un bebé: dentro de su vientre se gestaban cuatro nuevas vidas. Si con un embarazo simple había riesgos, el panorama con cuatrillizos le resultó aterrador.
Los primeros controles se los hizo cruzando desde Salta a Bolivia. La familia de Adriana es de origen boliviano, al igual que Ulises, su pareja. El médico que la atendió le sugirió que eligieran a tres bebés y dejaran morir a uno, para que los otros tuvieran más chances de desarrollo. “Si tienen que nacer van a nacer los cuatro”, reaccionó ella.
El siguiente control se lo hicieron en la ciudad de Salta. La internaron y medicaron, pero le avisaron que tras el alta no podrían seguir suministrándole los medicamentos porque tenía su DNI vencido. Para solucionarlo, necesitaba su partida de nacimiento: conseguirla por Internet iba a demorar.
Adriana no podía esperar y su situación económica le impedía pagarse la medicación. Martha, su madre, la llevó a la terminal de ómnibus y la acompañó en un viaje de casi dos días –Adriana ya con una panza importante– hacia Buenos Aires.
Tras el viaje agotador, los trámites tuvieron que esperar, pero en la Sardá (el hospital) la recibieron. Eduardo Valenti (Director de Médicos del Hospital) afirma que, según la Constitución Nacional, no se le puede negar la atención médica a ninguna persona en la Argentina. Me cuenta: “A la Sardá han venido pacientes sin documentos, o con fotocopias de documentos, hasta para un hecho como un nacimiento, que tiene una correspondencia legal porque luego hay que inscribir al recién nacido. Eso deberá resolverlo después la madre, pero acá se privilegia la atención por sobre todas las cosas”.
La Sardá tiene una residencia con 36 camas, donde se quedan las madres de los bebés que tienen que permanecer en terapia intensiva o terapia intermedia. En vez de volverse a sus casas y regresar en visitas, esas mujeres se quedan en la maternidad, donde tienen comida, cama y comedor. Viven en el lugar hasta que el niño sea dado de alta.
Y ahí es donde permanece Adriana desde que le dieron el alta a ella.
En su semana treinta de embarazo, luego de aguantar lo máximo que su cuerpo le permitió, los estudios detectaron que dos de sus bebés no estaban creciendo de acuerdo a lo conveniente. El 7 de mayo a las 16:30, vía cesárea, nacieron Zoe Fiorela, pesando 1,265 kg, luego Jeziel Mauricio con 990 gramos, Adriel Shamil con 1,080 kg y por último Gabriel Ulises con 1,465 kg.
Adriana tuvo mucho miedo, entró asustada al quirófano, pero cuando los escuchó llorar y le mostraron a sus bebés sintió una felicidad incomparable.
Al cierre de esta nota, los bebés seguían internados en neonatología: creciendo y evolucionando gracias al cuidado del equipo de la Sardá y al amor de su madre, que estaba con ellos todo el tiempo posible.
Ulises, el padre, no había podido conocerlos más que por fotos, mientras que yo había tenido el privilegio de presenciar la primera vez que Adriana pudo cargar a los cuatro bebés en su pecho, y registrarlo y compartirlo con Ulises, y ahora con ustedes.
Adriana es muy creyente. Me dice: “Me aferré mucho a Dios. Espero que pronto podamos salir con salud los cinco”. Cuando llegue ese día, pisará un mundo en el que deberá afrontar una nueva realidad, muy incierta. Deberá conseguir un lugar digno para pasar los días con sus bebés, vestirlos y alimentarlos. Pero, como explica, esos bebés para ella “son un milagro”, y por eso mantendrá su fe y pondrá toda su fuerza para salir adelante.
Desafiando pronósticos y contratiempos, logró traer cuatro vidas a un mundo asolado por una pandemia. Creo que lo mejor está por venir.