El día que un convoy se deslizó entre Sucre y El Tejar, en los 80
El saldo fatal pudo haber sido peor; pasaron 36 años de un episodio que pocos recuerdan
Al anochecer del 28 de julio de 1985, un convoy de la Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENFE) se encontraba estacionado en el andén de la antigua estación Presidente Arce de Sucre. Pocos minutos antes, la locomotora a diésel que lo transportó desde Potosí se había desenganchado para efectuar sus rutinarias maniobras de abastecimiento y colocarse en línea para emprender el tramo de retorno.
Por entonces, ENFE ya había empezado a mostrar los síntomas de un paulatino decrecimiento. El movimiento, tanto de carga como de pasajeros, era cada vez más escaso en casi todos sus tramos y todo parecía indicar, como así ocurrió en los años siguientes, que su destino como empresa de transporte ferroviario estaba terminado.
A esa hora, decenas de pasajeros, en medio del bullicio del andén, esperaban ansiosos la orden para subir al convoy y acomodarse en sus espacios asignados. Asimismo, el personal de servicio, principalmente del coche-comedor, ya se encontraba a bordo preparando los utensilios y demás detalles para la atención del largo viaje que cubriría las ciudades de Potosí, Oruro y La Paz, demorando algo más de 12 horas.
Sin embargo, algo salió terriblemente mal. La columna de vagones comenzaba su lenta andadura de descenso con dirección a El Tejar. Pasmados, los operadores de estación se dieron cuenta de que al desengancharse la locomotora principal se había dejado sin los frenos de estacionamiento al resto de los coches. En esos momentos, la máquina estaba maniobrando en otro sector de la estación y no alcanzó a ponerse delante de los furgones para el enganche correspondiente.
Poco a poco el convoy, sin ningún control, atravesó la puerta de la Estación (hoy Fundación Pachamama) e inició su progresivo y aterrador viaje. La columna fue aumentando su velocidad, y sus escasos ocupantes comenzaron a notar que se encontraban ante un peligro de muerte. Los primeros, se arrojaron del tren en movimiento y pudieron salvarse. Los menos afortunados, quedaron dentro del convoy, desconcertados, presas del pánico, quizá asidos de los asientos para tratar de atenuar el inminente golpe. Entretanto, en el andén la situación era de pánico.
Inmediatamente se alertó a la estación de El Tejar sobre la grave emergencia. Operarios de la empresa montaron a una “zorra” (máquina ligera de auxilio) para salir detrás de los vagones descontrolados. Sin embargo, todo fue en vano, unos 500 metros antes de El Tejar, en una curva pronunciada hacia la izquierda (hoy ciclovía), la columna compuesta por unos ocho vagones descarriló y cayó sobre unas huertas circundantes.
Según recuerdan testigos de ese accidente, se contabilizaron dos víctimas mortales, una de ellas de nombre Marcial Aiza, de origen potosino y miembro del cuerpo de servicio de la empresa. Una segunda víctima falleció pocos días después del accidente. El resto, alrededor de diez personas, sufrió heridas y contusiones de diferente consideración.
Las pérdidas materiales para la empresa fueron considerables: se malograron tres vagones de pasajeros, un coche comedor, dos chatas y dos bodegas de carga.
Pese a lo aparatoso del accidente, fue una tragedia “con suerte”. El número de víctimas pudo haber sido sustancialmente mayor con la totalidad de pasajeros a bordo.
LA CALERA
A comienzos de la década de 1970 ocurrió otro accidente ferroviario en el sector de Calera, cuando una columna de vagones de pasajeros se descarriló en la cumbre (cerca de Ñucchu), dejando como saldo al menos cinco personas fallecidas.
Una empresa que nació con abultadas cargas (*)
La Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENFE) fue creada el 6 de octubre de 1964 para administrar los ferrocarriles del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia (FCAB) y la Bolivian Railway Co. (BRCo) (1.199) km y los ferrocarriles del estado (992 km) e inició operaciones el 1 de noviembre de dicho año.
ENFE heredó equipo obsoleto y una planta laboral inflada, que no tuvo inconveniente en seguir abultando. Por tanto, a principios de la década de los 70, la empresa se enfrentó a una serie de problemas comunes a otras compañías ferroviarias: operaciones deficitarias con baja densidad de tráfico; equipo antiguo y con deficiente mantenimiento; carencia de cuadros gerenciales con experiencia y bajo nivel de capacitación laboral; falta de una política comercial e inadecuada estructura tarifaria; líneas deficitarias (Sucre-Tarabuco y Cochabamba-Aiquile) y exceso de personal.
Por consiguiente, la empresa estaba en una precaria situación económica y dependía de subsidios estatales. Para enfrentar esta situación y modernizar su equipo (pasar de locomotoras a vapor a otras que funcionaban con diésel, entre otros), durante las décadas de 1960 y 1980 ENFE recibió créditos del Banco Mundial y de la cooperación japonesa (JICA), además de asistencia técnica del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Como consecuencia de la capitalización de los ferrocarriles dispuesta el 21 de marzo de 1994, la empresa dejó de ser operativa y prestar servicio público ferroviario, quedando como administradora de los bienes patrimoniales no afectados al servicio operativo. Los servicios ferroviarios fueron divididos en dos empresas: Ferroviaria Andina y Ferroviaria Oriental, a cargo de las redes occidentales y orientales, respectivamente. El ferrocarril Potosí-Sucre dejó de operar.
* Con datos de Wikipedia