Activistas ven desventaja histórica de las mujeres
Hoy, 8 de marzo, se recuerda el Día Internacional de la Mujer por la Ley 753. Se dispuso media jornada de tolerancia laboral
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, dos activistas de diferentes generaciones condenan la desventaja histórica en la que se encuentran las mujeres del país. Además, relatan a CORREO DEL SUR historias personales y de lucha por los derechos de este sector de la población.
El Ministerio de Trabajo dispuso para hoy tolerancia de media jornada laboral para todas las mujeres que se desempeñan tanto en el sector público como en el privado, previa coordinación con cada institución, como homenaje a la lucha por las reivindicaciones sociales, económicas y políticas de las mujeres.
ACTIVIDADES
- El Centro Juana Azurduy promueve para hoy una movilización en cuatro puntos de la ciudad: el cruce a Azari, El Morro, parada a Ravelo y el Surtidor de El Tejar.
- Activistas de “Justicia para Todos”, “Yuyay NInamanta” y otros colectivos realizarán hoy un plantón, a las 18:00, en la plaza 25 de Mayo.
- La Alcaldía tiene previsto lanzar un Comité Popular de Mujeres en el Distrito 5 y una visita a mujeres del penal de San Roque mañana.
María Ángela Borja aboga por el derecho a la autonomía
María Ángela Borja es una abogada sucrense de 27 años. Hace cinco se involucró activamente en la campaña por la despenalización del aborto y desde entonces es activista en contra de la violencia de género.
Junto a otras mujeres fundó el colectivo llamado Yuyay Ninamanta (Memorias de Fuego, en quechua) para apoyar a víctimas y sus familias.
“Principalmente el derecho a la autonomía es uno de los derechos más invisibilizados que tiene la mujer, puesto que a través de este derecho se nos limita el derecho sobre nuestros cuerpos, el derecho económico”, afirma esta abogada que hoy participará de un plantón en la plaza 25 de Mayo junto a sus compañeras para rechazar los feminicidios y las agresiones físicas y sexuales contra mujeres.
Borja dice que la mujer en Bolivia sufre de la falta de reconocimiento a su labor tanto por el entorno cercano como por el Estado. “Hay un desnivel atroz en cuanto a la parte económica que afecta a las mujeres”, sostiene ella.
Amparo Carvajal: 50 años de lucha
Tras un viaje por tierra realizado en unas Navidades, Amparo Carvajal comprometió todo su trabajo y energía a la lucha por los derechos de la mujer. Ella recuerda la travesía, cómo conoció varias regiones del continente. “Me acuerdo recién llegadita ver a las mujeres detenidas en Achocalla”, dice al señalar que arribó al país en 1971, tras el golpe perpetrado por Hugo Banzer.
A la par de sus obligaciones como directora de la escuela Fernando Bravo, se integra a un equipo formado por los padres dominicos. “Empiezo a trabajar con la comisión pontificia ‘Justicia y Paz’, que estaba dirigida por un expresidente, Adolfo Siles Salinas (…); me ponen en esa comisión para trabajar en favor de la mujeres”, rememora al añadir que “con esa comisión viene mi compromiso; todavía no estaba la Asamblea (de DDHH) fundada”.
MUJERES MIGRANTES
Su historia es una de constantes encuentros con mujeres migrantes que por ese entonces no ejercían sus derechos. “Vi a esas mujeres migrantes del altiplano y tuve la oportunidad de conocerlas un poco en el fondo y no tenían ni documentación, no sabían leer y nada más tenían a sus guaguas en la espalda”.
“No comprendía cómo con un niño de un añito o dos siempre iban cargadas con el bulto detrás y empecé, como educadora, a sacarles de la espalda esa guagua”, agrega al hacer énfasis en la importancia de la responsabilidad compartida entre mujeres y hombres en la crianza de los niños.
Carvajal proviene de una familia de León (España), provincia que limita con el reino de Asturias, de la que recuerda una catedral gótica, “con unas vidrieras hermosas”, en la que se confirmó.
Su padre, un comerciante de calzados, conoció a su madre en León, donde tuvieron a sus 13 hijos: primero una niña, luego seis varones, después tres hermanas –entre ellas Amparo–, un varón, otra mujer y, finalmente, otro varón.
“De los 13 hermanos han fallecido seis y quedamos siete (…) No sentí la opresión de las mujeres, nos han educado como hermanos jesuitas (…), el que nos protegía más a las chicas era el padre”.
Todos los hermanos participaban de la vida familiar: mientras ellas tendían la cama, ellos les alegraban con las guitarras. “La vida se hace en un complemento de vida de dos, no es una mujer –lo he dicho muchas veces– quien aborta, lo que aborta es el complemento del encuentro de un hombre con una mujer”, asevera.
“Desde que llegué, empecé a trabajar con la educación y visitando las cárceles”, indica al enumerar dos de sus líneas de acción a lo largo de su trayectoria como defensora de los Derechos Humanos, en la que le tocó conocer a mujeres aymaras, quechuas y guaraníes. En Chuquisaca, trabajó impartiendo mejoramiento docente con el cardenal Maurer.