Ignacia Saravia, una culpineña con 100 años y vitalidad
Llegó a los 100 años de vida con la mente lúcida, con algunos problemas en la vista y con el corazón latiendo al 100%, aunque con los huesos propensos al dolor y muchas veces reacios a sus órdenes. El 1 de febrero, doña Ignacia Saravia Cruz viuda de Carvajal alcanzó el siglo de vida en Culpina.
Llegó a los 100 años de vida con la mente lúcida, con algunos problemas en la vista y con el corazón latiendo al 100%, aunque con los huesos propensos al dolor y muchas veces reacios a sus órdenes. El 1 de febrero, doña Ignacia Saravia Cruz viuda de Carvajal alcanzó el siglo de vida en Culpina.
El acontecimiento lo celebró rodeada de sus cuatro hijos: Gonzalo, Antonio, Cecilio y Marina, y en su corazón abrazada por el recuerdo de Benito, Juan, Agustina y David, sus hijos fallecidos, a quienes despidió con gran dolor de este mundo, cuenta Marina Carvajal.
Doña Ignacia se casó con don Modesto Carvajal Baldivieso (fallecido en 2007) con quien construyó una descendencia que alcanza a 94 miembros: 8 hijos, 33 nietos, 52 bisnietos y una tataranieta. Si su hijo mayor, Benito, estuviera vivo, tendría 78 años. Su tataranieta ahora tiene 3.
No toda la prole se reunió, pero junto a ella estuvieron los tesoros de su vida: sus cuatro hijos, algunos de sus nietos, una prima y una comadre, entre otros.
Marina recuerda que su madre fue una mujer multifacética dedicada a la agricultura, vendedora en el pueblo de los productos cultivados en la tierra y afamada elaboradora de chicha de maíz.
Doña Ignacia siempre permaneció en Culpina, en su casa, distante a casi un kilómetro del pueblo. No migró como la mayoría de sus contemporáneos solía hacer y por eso en su memoria hay un cúmulo de historias de sus paisanos que cada vez tienden se pierden más en el olvido.
Tuvo a su primer hijo a los 22 años y su dieta siempre estuvo basada en lo que producía la tierra, sin necesidad de los químicos que hoy se aplican para ahuyentar las enfermedades.