“Entre jesuitas se contenían con confesiones y absoluciones mutuas”
El denunciante de casos de pederastia habla de un grupo al que llamaban “Los Palaciegos”
El exjesuita Pedro Lima Salazar (PLS) denunció el domingo, a través del diario español El País, a varios sacerdotes de la Compañía de Jesús, ya fallecidos, como presuntos abusadores de menores, entre ellos a Alfonso Pedrajas (“Pica”), Luis Tó y Antonio Gausset Capdevila, más conocido como el “padre Tuco”. Este último trabajó en Sucre durante tres décadas. Desde Paraguay, donde reside tras un pedido de asilo político en 2012, Lima, quien fue asambleísta constituyente por el Movimiento Al Socialismo (MAS), concedió la siguiente entrevista a CORREO DEL SUR (CS).
CS. ¿Cuándo advirtió los delitos en los que estaba incurriendo el padre Tuco?
PLS. Es un tema muy fuerte que estamos procesando para presentar ante las autoridades pertinentes todos los detalles de esta conducta. Sin embargo, debo manifestar que no se reduce al grupo que expresé anteriormente; yo expresé que un grupo de víctimas pertenece a las personas que coadyuvaban, colaboraban con él en su traslado: ellos eran reclutados en la zona de Yamparáez, especialmente, por otro jesuita que tenían en el área rural; nunca supe si este jesuita [a El País le contó que era catalán, como Gausset] que buscaba personas para el padre Tuco tenía conocimiento de los abusos que sufrirían los niños y jóvenes que estaban a su servicio. Ellos le llevaban en andas, le cargaban de un lugar a otro porque ustedes saben que tenía una enfermedad degenerativa que le impedía trasladarse libremente.
CS. ¿Dónde se perpetraban estos abusos? ¿En qué momento?
PLS. La dinámica comunitaria era muy diferente. Nosotros estábamos en un ritmo muy disciplinado e intenso: temprano en la mañana nos íbamos al colegio Sagrado Corazón, llegábamos para el almuerzo. Ese era el momento en que el padre Tuco recién despertaba y se acercaba para almorzar. Durante toda la tarde tenía reuniones y celebraciones, inclusive misas, pero en la noche ya tenía una vida bohemia, totalmente diferente. Cultivamos la amistad “con –siempre nos decía– ellos, con mi clase alta chuquisaqueña”, refiriéndose a la élite de la sociedad, según él, y consumía bastante bebida alcohólica, whisky y también mucho consumo de cigarro.
En ese ambiente, hasta donde uno puede observar, no había ningún problema. Empezaban las dificultades cuando a las tres, cuatro de la mañana llegaba a la comunidad enfiestado, así, a veces sobrio, a veces no tanto, y chicos que habían despertado a las ocho de la mañana ya estaban somnolientos, totalmente cansados después de una jornada larga, hasta la madrugada, porque ellos dormían tres, cuatro horas; además de eso, había como un abuso laboral, porque no tenían un descanso reparador. En esa circunstancia (…) cosas lamentables que voy a explicar después ante el juez, ante las autoridades pertinentes se sucedieron los abusos de los cuales yo fui testigo (…)
Yo estaba muy tenso, muy preocupado. Me fui para hablar en otro lugar, en Oruro, con el padre provincial Ramón Alaix Busquets. Él estaba en el cargo de máximo responsable de la Compañía de Jesús en Bolivia y él no era, como dice el actual provincial [Bernardo Mercado], novicio; era jesuita con votos. En la ciudad de Oruro nos reunimos y le comenté los casos uno por uno y él, no sé si irónicamente, se sonreía; yo tenía conocimiento de que él sabía todo; efectivamente sabía todo, nada le causó sorpresa. Sin embargo, la molestia no era por la denuncia, sino porque yo denunciaba los casos (…) Ahí me paró y me dijo: “Los trapitos sucios se lavan en casa, no podemos permitir que estés hablando así”. Yo le manifesté, textualmente, el caso del jesuita que usted me está preguntando [Antonio Gausset] y le dije todo, todo el tema así, de manera directa, y me dijo: “Bueno, esa es tu palabra y, entonces, mañana te doy mi respuesta”. Pero le dije: “Qué respuesta, si puede anticiparme”. “No”, me dijo, “estás dimitido”.
Inmediatamente me dimitió, o sea, me expresó y al día siguiente, ya después, recibí la carta de dimisión que se publicó en varios periódicos, en los cuales afirman que no he salido voluntariamente sino que ellos me expulsaron. Pero, en la misma carta, como un mecanismo de coerción, y también de presión, ponían que van a colaborarme en las materias, en el estudio de la teología pagando matrículas y gastos mensuales hasta el cuarto año que me permita optar la ordenación sacerdotal, sea diocesano o en cualquier orden (…) Sucede que tiempo después, el máximo responsable de la Compañía de Jesús en su momento y también en Latinoamérica y en el mundo, el segundo hombre de los jesuitas de todo el mundo, Marcos Recolons, me llama y me dice que me sanciona, me corta la financiación de los estudios teológicos porque estaba hablando del tema. Textualmente me dice: “Ese tema no puedes sacar, no puedes hablar mal de mis hermanos jesuitas. Vamos a cortar tus pagos y finalización de estudios” (…)
Después ya supe que ellos no estaban solos, estaban organizados: al interior de la Compañía había un grupo llamado “Los Palaciegos”; ellos protegían, ellos encubrían, ellos eran como un grupo de contención de los abusos: ellos abusaban y ellos mismos se contenían con confesiones y absoluciones mutuas. Eso me sorprendió y el grupo Palaciegos que –denuncio– estaba encabezado por Marcos Recolons, Ramón Alaix y también por Ignacio Suñol, curiosamente los tres, después o antes, fueron provinciales máximos de la Compañía de Jesús. Ante estas circunstancias, ¿cómo voy a denunciar? Porque todos ellos estaban de acuerdo y es un tema que había que acallar. Es un tema que tarde o temprano va a salir, el caso Pica es la punta de un iceberg.
CS. Cuando usted se refiere a Los Palaciegos, ¿está diciendo que todos estos sacerdotes incurrían en abusos sexuales?
PLS. Incurrían en abusos de diferente tipo: Unos de poder, otros de conciencia y otros, sexual, pero era un grupo abusador, obviamente, que se contenían entre ellos, mientras que las víctimas no tenían un psicólogo, no tenían alguien a quién reclamar, en estado de vulnerabilidad eran despedidos, maltratados y, tal vez, para que no tengan mayor reclamo, les conseguían algún ítem en la Corte Suprema de Justicia como choferes o como ayudantes de alguna oficina (…)
EL CASO “LUCHO ROMA”
PLS. [Sobre la invitación de la Compañía de Jesús a que formalice su denuncia ante la Fiscalía] Yo voy a esperar porque tengo mis reparos en la justicia nacional y más aún en la comisión investigadora de la propia Compañía de Jesús porque son jesuitas afines al grupo palaciego o funcionarios o exfuncionarios de la Compañía de Jesús (…) No tengo la menor confianza… Hay muchos casos. El caso del padre Lucho Roma, por ejemplo, fue canalizado por este tema, por la comisión de gestión contra el abuso de menores de la Compañía de Jesús, pero quedó en la nada. El caso del padre abusador Lucho Roma es que él violaba y producía pornografía infantil con los internos indígenas de siete hasta 12 años. Se ha presentado a la Compañía de Jesús la evidencia, con fotos, la denuncia; Luis María Roma Padrosa, más conocido como Lucho Roma. Ellos solo ponían las iniciales. Han reconocido la verosimilitud de la denuncia, ni siquiera han dicho “la verdad” de la denuncia; verosimilitud quiere decir “parece verdad”, no es decir “es cierto”. Ni siquiera han tenido la honestidad de aceptar eso. Más aún hoy día me tratan a mí como una forma de menosprecio y con trato degradante, como novicio de los jesuitas que presento denuncia. Yo no fui novicio de los jesuitas, yo fui jesuita con votos cuando me dimitieron (…)
…Quienes denunciamos somos vilipendiados, atacados y maltratados, produciéndose no solamente un daño fuerte psicológico, sino también en el contexto social nos difamaron diciendo que nosotros somos culpables por inconducta, por falta de obediencia, etc.
El padre Tuco usaba eso conmigo. Decía: “Si no bebes conmigo, si no compartes alcohol, traguito conmigo, whisky, voy a denunciarte por anticomunitario”. Y ese era un informe que si no aprobaba la comunidad, especialmente algunos jesuitas, como era nuestra persona, claro, era como reprobar una materia, no podían pasarme a la teología, al siguiente nivel de formación. Formas de presionarme que no son honestas ni son válidas.
…Como dice el periodista de El País, me fui de Sucre con recuerdos terroríficos, angustiado, y más aún con la esperanza de encontrar contención, escucha y apoyo en el Provincial; fue todo lo contrario. Salieron en defensa de los abusadores y me hostigaron todo el tiempo que quisieron y, sin embargo, también tengo pruebas; en su momento [las] presentaré. No solo fue la persona de Marcos Recolons o Ramón Alaix que hostigaron a mi persona para acallarme. Hay otros jesuitas del mismo Sucre que hicieron el mismo trabajo. Cuando dicen que la Compañía de Jesús no hizo nada, es falso, hicieron todo pero para hacer lo contrario: acallar, amedrentar.
CS. ¿Cuántas personas abusadas han sido víctimas del padre Tuco en Sucre?
PLS. No voy a contabilizar uno por uno, según la memoria que tengo, y además no sé ni sus nombres; sin embargo, también debo expresar que no se reduce a este grupo que estoy enunciando. Ojalá que las víctimas que están escuchando se animen en algún momento a denunciar, pues muchos lo saben. Inclusive saben que la institución que lleva su nombre, el Centro de Educación Alternativa Padre Antonio Gausset Capdevilla, no es merecido. Hasta el nombre debería cambiarse. No es merecido porque es un abusador de niños, un pederasta estilo Pica (…) Nosotros queremos que el caso [de todos los denunciados] llegue a Roma, porque el máximo responsable de encubrir no solamente es un jesuita local, es el segundo hombre de toda la compañía a nivel del mundo, el padre Marcos Recolons.
* La entrevista completa, que por razones de espacio no cabe en esta página, se encuentra disponible en las cuentas de Facebook de CORREO DEL SUR.