Dos maestros de vocación

"Ser maestro es misión de gente noble, es ser un portador de la alegría, sembrador de valores en los hombres y buscador de la paz todos los días”, reza parte de un poema anónimo que encaja como anillo al dedo en este homenaje dedicado a los maestros de Bolivia, que este martes 6 de junio festejarán su día.

Cada quien recuerda a esos maestros que dejaron una huella en su vida, esos que, más allá de los contenidos de las materias, ayudan a sus alumnos a crecer como personas con sus enseñanzas pero, sobre todo, inculcándoles valores que acompañan de por vida.

DECRETO

Durante el gobierno de Bautista Saavedra, por decreto supremo, se declaró en mayo de 1924 que cada 6 de junio se celebrará el Día del Maestro Boliviano como un homenaje a quienes imparten conocimientos a sus alumnos.

 

MARÍA ELENA TORRES GALVÁN: LA MÁS QUERIDA

María Elena Torres Galván es una maestra que dedicó prácticamente toda su vida a la transmisión de conocimiento a más de una treintena de generaciones en la unidad educativa José Mariano Serrano.

Actualmente es la más antigua y querida por los estudiantes que pasaron por su aula. Ellos la recuerdan con mucho cariño y admiración, según comentó a este diario la directora del establecimiento, Yovana Marañón.

Torres, de 56 años, egresó de la que entonces llamada “Escuela Normal Integrada Mariscal Sucre”, en 1988, siendo una de las estudiantes más destacadas, con el mejor promedio de su carrera. Esto le permitió no hacer sus años de provincia sino quedarse directamente en la ciudad.

Gracias a ello, en 1992 se estableció en el colegio Serrano donde, por su notable vocación de servicio, ha permanecido hasta ahora (31 años), aunque al principio paralelamente por las tardes daba clases en la unidad educativas Santa Rosa de Yotala.

“VOLVER A ESTUDIAR”

Como ocurrió con la mayoría de su generación, la llegada de la pandemia del covid-19 (2020) significó un cambio brusco en su vida: de dictar clases en un aula tuvo que pasar a enseñar mediante una pantalla y a través de plataformas digitales, algo que hasta ese momento era prácticamente desconocido para ella.

Al respecto, Torres dice a CORREO DEL SUR que “un maestro tiene que estar preparado para enfrentar cualquier adversidad”, y que, al margen de dar clases a sus estudiantes, ella también las recibía.

“Creo que el deseo de ayudar a los estudiantes y la vocación que tenemos ha hecho que nos tengamos que actualizar. Fue como volver a estudiar”, recuerda esta profesora de Biología, Física y Química.

Además, durante el periodo más álgido del coronavirus, no dudó en salir de su hogar arriesgando su vida cuando sus estudiantes lo necesitaban. Dice que es madre de dos hijos en su casa, pero de muchos en el colegio Serrano, del que es la principal testigo de su historia y de los cambios que tuvo durante las últimas tres décadas. 

Rememora que antes, los pisos eran de tierra y las aulas, unas cuantas.

“Ser maestra es lo más bello que pude haber escogido como profesión: el servir sobre todo a los demás”, afirma, convencida, esta educadora.

 

MAMERTO QUINTANA: PASIÓN POR EL AJEDREZ

CORREO DEL SUR se entrevistó con Mamerto Quintana Herrera, maestro del sector pasivo que después de 41 años y diez meses al frente de las aulas, decidió “colgar la tiza y las almohadillas”, pero no así sus ganas de seguir enseñando.

A sus 65 años de edad, este oriundo de Villa Serrano promueve la práctica del ajedrez en Huacareta, municipio que lo adoptó después de cuatro décadas en las aulas y donde echó raíces formando una familia.

De la mano de maestros, además de una madre de familia de profesión abogada de ese centro poblado del Chaco chuquisaqueño, se organizaron y conformaron la Asociación de Ajedrez.

“Hace un mes que concretamos los estatutos aprobados por el Municipio, que dotó ambientes y material, los cuales serán inaugurados y estrenados al regreso del descanso pedagógico de invierno”, comenta Quintana a CORREO DEL SUR.

Optó por la jubilación hace dos años, pero confiesa que “todavía tengo la predisposición de compartir con los estudiantes”.

Sin egoísmo alguno comparte su pasión por los tableros y las fichas de ajedrez con los estudiantes desde 1981, cuando se graduó de la Escuela Normal.  “Todos acuden a mi domicilio, hasta en la calle estamos jugando con los estudiantes del colegio y la escuela. Inclusive, algunos padres de familia vienen a jugar ajedrez”, dice, emocionado.

“UN RESPETO MUTUO”

Sus años en el magisterio los pasó como maestro polivalente del nivel primario y siempre vio en el deporte ciencia un método para elevar el coeficiente intelectual, además de reforzar los valores y forjar a buenos ciudadanos.

“En el tablero de ajedrez no hay la oportunidad de ofenderse, es un respeto mutuo. Existe la capacidad de tomar tus mejores decisiones, de formarnos como personas, desarrollar la inteligencia y, con toda seguridad ayuda en la vida estudiantil, universitaria y hasta en la vida cotidiana”, enseña.

En su idea de crecer y capacitarse constantemente, asiste a cursos y charlas y en esta oportunidad aprovechó para agradecer Alan Pérez, director de la Escuela de Ajedrez Chuquisaca, por la oportunidad brindada para asistir a los cursos de ajedrez escolar y  competitivo en Sucre, además de donarles tableros para los estudiantes de San Pablo de Huacareta.

“Siempre digo: ‘Podemos empezar como se puede, pero debemos de terminar como se debe’”, sentencia este ejemplar educador.