Una apuesta para toda la vida

Él destaca al entendimiento y la comunicación como claves del éxito de su unión

ANTAÑO. La pareja en la década de los 50's.

ANTAÑO. La pareja en la década de los 50's. Foto: Gentileza

ADULTOS. En la década de los 80's.

ADULTOS. En la década de los 80's. Foto: Gentileza

ACTUALIDAD. Jacinto y Natalia retratados este 2023.

ACTUALIDAD. Jacinto y Natalia retratados este 2023. Foto: Gentileza


    Sucre/CORREO DEL SUR 
    Sociedad / 20/08/2023 03:42

    “Estábamos destinados a ser el uno para el otro”, dice don Jacinto Benítez Bautista al revelar que una apuesta con su jefe fue la causante de que encontrara al amor de su vida, doña Natalia Cervantes Fernández, con quien el viernes celebró 70 años de matrimonio.

    Jacinto, de 92 años de edad, es oriundo de Poopó, Oruro, mientras que Natalia, de 91, es de Chalaya, Potosí. La mayor parte de sus vidas vivieron en Catavi, donde se conocieron, pero hace 30 años decidieron mudarse a Sucre por sus hijos.

    Él cuenta a CORREO DEL SUR que tiene un especial apego por la lectura, lo cual le ayudó a conservar intacta su memoria. Así, recuerda en detalle cómo conoció a su esposa.

    LA APUESTA

    Jacinto, de ocupación panadero, siempre fue inquieto y apegado al trabajo. Tanto así que a los 14 años se escapó de su casa para irse a trabajar a Argentina, donde pelaba caña en el Ingenio Ledesma, en el norte de ese país, en Jujuy. 

    Dos años después, retornó a su lugar de origen “con harta plata” y se compró una casa que luego sus familiares vendieron “para pasar una fiesta”, situación que le dolió mucho y nuevamente decidió irse, esta vez a La Paz. 

    Posteriormente, a los 18 años, entró al cuartel en el Regimiento de Satinadores Andinos, en Oruro, y luego se fue a trabajar al centro minero de la localidad de Catavi, Potosí. Allí conoció a Natalia, una “cholita” procedente del valle de Chalaya, comunidad de la provincia potosina Chayanta. Ella trabajaba de empleada del hogar.

    “Yo la conocí en las minas de (Simón) Patiño en Catavi, yo trabajaba en la panadería. Me decían ‘imillero’. Entonces mi jefe me dice: ‘Si la conquistas a aquella cholita, te vas a ir tres días mita corriente (libre)’. No creía que lo iba a lograr, incluso me dijo: ‘Ya has perdido”, relata Jacinto. 

    “Entonces, me acerqué y le dije a ella: ‘Buenos días’. Ahí le hablé con buenas palabras: ‘Yo trabajo aquí, quisiera ser su amigo, ¿qué le parece si la invito al cine?’. Al principio no quiso, pero luego aceptó. Fuimos al cine a las 9”, agrega entre sonrisas.

    “De ese modo yo conocí a ella por una apuesta con mi jefe. Creo que estábamos destinados a ser el uno para el otro. Como dicen, debe ser mi costilla”.

    Jacinto dice que, después de un par de citas y conversaciones, le pidió matrimonio. Sin embargo, como era la costumbre, el tío de Natalia, con quien ella vivía, le pidió garantías. “Yo no tenía nada, pero mi cuñado había sido conocido de él y, eso ha sido suficiente”, manifiesta.

    BODAS DE TITANIO

    Según indica su certificado de matrimonio, se casaron el 18 de agosto de 1953 en Catavi. El pasado viernes cumplieron 70 años de unión y, por consiguiente, celebraron sus Bodas de Titanio. Tuvieron ocho hijos: tres mujeres y cinco varones.

    Siempre estuvieron apoyándose el uno al otro, incluso en los momentos más difíciles, como cuando hace aproximadamente cuatro años murió su hijo mayor y la pena y la tristeza los llevó hasta el hospital a ambos. No obstante, salieron adelante juntos.

    “Yo me siento feliz por tantos años de casado, porque jamás nos hemos peleado; discutido sí, pero jamás le levanté la mano. Hemos vivido bien, Dios me ha dado una esposa bien: no es celosa, no se mezquina el dinero, sabe manejar el hogar”, expresa Jacinto mirando a Natalia.

    Por su parte ella, un poco delicada de salud, no habla mucho. Tan solo con la mirada le expresa a su marido su cariño y amor. 

    UNA CLAVE

    Con voz clara, Jacinto dice que la clave del éxito de su matrimonio es el entendimiento. “A veces los hombres nos hacemos a los machitos y decimos: ‘Yo sé lo que hago’, pero no es así. Hay que entrar en conversación con la compañía (pareja), hablar y ponerse de acuerdo para hacer cualquier cosa. Entre dos cabezas hacemos muy bien”, aconseja.

    Asegura que eso les llevó a seguir juntos, pese al paso del tiempo. Ahora que Natalia debe trasladarse de un lugar a otro en silla de ruedas, Jacinto se convirtió en su guardián.

    Él le canta, le baila, le hace comer y pasea con ella por el pequeño patio de su vivienda ubicada en la zona de Munaypata (Colina del amor), en La Recoleta, a los pies de cerro Churuquella. Cuentan con la ayuda de sus hijas e hijos, quienes expresan su orgullo de tenerlos con vida y ver que la llama del amor en sus padres sigue encendida.

    “Son un ejemplo para nosotros, sus hijos, para sus nietos y biznietos. Siempre nos han inculcado el respeto que debe haber tanto del esposo a la esposa y viceversa. Son de mucho cariño y se han ayudado”, María, una de sus hijas.

    Este sábado, toda la familia y amigos compartieron una cena en conmemoración a estos inusuales 70 años de matrimonio.

    DESCENDENCIA

    Jacinto Benítez y Natalia Cervantes tienen ocho hijos (uno ha fallecido), 16 nietos y 17 biznietos.

    CONSEJO

    Jacinto Benítez

    ESPOSO

    Yo les digo a los matrimonios: ‘Siempre charlen, entren en constante conversación, no hagan solos las cosas, ayúdense, porque cuando entran en acuerdo los dos, marcha bien el matrimonio’”.

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