Josué y Balto, dos lobos viajeros
Se conocieron por esas casualidades de la vida en Potosí y desde entonces no se separaron más…
Uno lo rescató de la calle y el otro lo sacó de la depresión. Ahora son dos inseparables compañeros que montados en una motocicleta ya recorrieron toda Bolivia y muy pronto emprenderán una nueva aventura, esta vez, fuera de las fronteras nacionales.
Josué Oquendo, un joven de 28 años, y Balto, un perro “lobo” de alrededor de 10, ambos potosinos, son una muestra de la convivencia y la relación de cariño y amistad que puede existir entre un ser humano y una mascota.
Se conocieron por esas casualidades de la vida hace algunos años en la Villa Imperial. En aquel tiempo, ambos atravesaban un momento difícil: uno, abandonado y el otro, sumido en la depresión, según el relato de Josué a CORREO DEL SUR.
“FLACO Y DESNUTRIDO”
Un día, Josué salió de su negocio, en la ciudad de Potosí, a hacer algunas compras al mercado y vio a un perro pequeño, flaco y desnutrido vagando por la calle. Entonces, se le acercó para darle algo de comer.
Tras esta acción, el animal lo siguió hasta su tienda. Allí, Josué le dio más alimentos, lo cual hizo que a diario frecuentara el lugar hasta que una vez ya no quiso irse más.
Al ver el estado crítico del can, Josué trató de ubicar a sus dueños mediante la publicación de fotografías en las redes sociales; sin embargo, nadie lo reclamó. Así fue que decidió rescatarlo y llevarlo a su casa para hacerle las curaciones que requería. Desde entonces, nunca más se volvieron a separar.
LOS PRIMEROS MOMENTOS
Al principio era arisco, probablemente porque había sufrido maltrato en su anterior vida. Pero luego se fue amansando y empezó a llevarse bien con los otros cinco perros que él tiene en su hogar.
En esa época, Josué también atravesaba por un momento crítico en su vida debido a asuntos personales que hacían que una y otra vez se cuestionara por qué había venido a este mundo. Pero, hoy, dice que Balto le dio la respuesta.
“Por eso puedo decir que el rescate ha sido mutuo, porque (Balto) ha llegado en un momento donde yo estaba indeciso de cómo llevar esto que llamamos vida y, él fue la luz que necesitaba para salir de esa situación”, confiesa.
UNA VUELTA A BOLIVIA
Antes de que conociera a Balto, Josué se topó con varios turistas que visitaban la Villa Imperial y que le preguntaban cómo era el Salar de Uyuni o qué otros lugares les recomendaba para visitar. No obstante, él no sabía qué responder porque no conocía. Esto le motivó a plantearse como objetivo viajar a diferentes sitios.
Balto también resultó ser el complemento ideal para empezar su travesía, ya que cuando el joven potosino salía de su casa en su moto, la mascota se ponía a llorar como dando a entender que quería ir con él.
Así fue que un día decidió llevarlo y vio que a Balto le gustaba, además que tenía equilibrio y no se fatigaba, ni siquiera cuando otros perros se acercaban a ladrarle.
Le adaptó un lugar exclusivamente para la mascota en la parte del asiento de la moto y hace tres años comenzaron a recorrer las rutas, comenzando por el departamento de Potosí.
Este 2023 dieron la vuelta a Bolivia. “Hemos comenzado nuestro viaje en Potosí, de ahí nos fuimos al Salar de Uyuni, luego bajamos a lo que son la Laguna Colorada y los volcanes”.
“De ahí nos fuimos a Tupiza y después a Tarija. Por el Chaco nos fuimos hasta Santa Cruz y de ahí a Cochabamba, a Oruro, luego a La Paz. Llegamos hasta los Yungas, por ‘El Camino de la Muerte’, y de ahí viajamos al Beni. Al regreso, pasamos por Sucre”, relata Josué emocionado. El pasado fin de semana retornaron a la capital y aprovecharon para visitar el municipio cercano de Tarabuco.
“Sea paciente, somos dos lobos viajeros”, dice un letrero amarillo ubicado en la parte trasera de la motocicleta, en la que viajan bien equipados y con la respectiva seguridad, además, haciendo flamear la rojo, amarillo y verde.
SIN FRONTERAS
Ahora, están centrados en su próxima aventura, que es cruzar la frontera del país hacia Argentina y llegar hasta la Patagonia. Para lograrlo, pese a ser de profesión ingeniero comercial y dedicarse al marketing, Josué trabaja arduamente en la mina con el objetivo de reunir dinero. “En la mina se gana más”, dice entre risas.
Pueden seguir a Josué y Balto en sus redes de sociales, donde se encuentran con el nombre de “LoboLiviano”.
“Somos voluntarios de la vida”
Josué Oquendo cuenta que, en los lugares que visitan, hacen labores de voluntariado con organizaciones que trabajan a favor de los animales. “Somos voluntarios de la vida”, dice.
Para su sustento económico, durante sus viajes, también vende poleras y collares de mascotas; algunas veces, canta en los semáforos a cambio de monedas.
Este joven, en un momento de reflexión, recomienda a todos que cuiden a sus mascotas con responsabilidad.
Revela que alimentos como el pan son indispensables dentro del equipaje que comparte con Balto. Los distribuye a los canes que se van encontrando a orillas de las carreteras.
REFLEXIÓN
Josué Oquendo
“No sean indiferentes con los animales. En muchos casos somos personas, pero nos falta ser más humanos; sobre todo, tener empatía con los demás”.