Infertilidad agrícola y migración, los rastros de la minería en la cuenca alta del Pilcomayo
Hay 13 metales pesados en el agua que superan los parámetros de normas vigentes
Florencio Uyuquipa, natural de Viña Pampa, Potosí, bordea los 70 años y Marcelina Lennis, que vive en Tuero Chico, Chuquisaca, está cerca de cumplir cinco décadas. A estas alturas de sus vidas, los dos afrontan dramas distintos, pero ambos apuntan a una misma causa: la contaminación del río Pilcomayo y sus afluentes aportantes.
Las sospechas de Marcelina y Florencio sobre la contaminación de sus ríos ahora tienen sustento técnico y científico. Un análisis sobre la calidad del agua que se hizo durante los últimos 15 años en la cuenca y subcuenca del Pilcomayo demuestra la presencia de 13 metales pesados. Además, por los niveles de pH (potencial de Hidrógeno) ya no es posible ni la vida acuática en algunas zonas, por la acidez del agua, como en los ríos Colavi y Canutillos, aportantes del Pilcomayo.
El 23 de julio de 2022 no fue un día cualquiera. La rotura de un dique de colas de la Federación de Cooperativas Mineras (Fedecomin) en Agua Dulce, Potosí, vino a recordar que la actividad minera iniciada hace más de 500 años en la cuenca alta del Pilcomayo sigue presente y de manera precaria, frente a un Estado que no fiscaliza hasta que pasa un desastre como ese.
Florencio está parado a 200 metros del río Pilcomayo y llama a los mineros “malhechores”. Estos llegaron hasta sus sembradíos de Viña Pampa para ofrecerle dinero a cambio de que no los denuncie por el derrame de tóxicos del dique de Agua Dulce. Dice que no ha aceptado la oferta; recuerda que junto a otros agricultores recogieron el lodo negro y plomizo en botellas de plástico hasta terminar con las pantorrillas ennegrecidas; querían reducir el daño de sus cultivos.
MIGRACIÓN
Las consecuencias también se reflejan en la migración. Un primer síntoma está en la estadística escolar. Entre 2021 y 2022 disminuyó en 7,7% la cantidad de estudiantes en el municipio de Tacobamba, cuando la tasa departamental en Potosí fue de 3,2% en ese mismo periodo, mientras que la nacional de abandono escolar no superó el 2% anual en los últimos siete años, según el Ministerio de Educación. En otras jurisdicciones como Yotala, Chuquisaca, hasta se han cerrado unidades educativas.
Para esta investigación, se analizaron datos sobre metales pesados de los últimos 15 años, se realizaron una veintena de entrevistas a expertos, se visitaron más de tres comunidades y se enviaron solicitudes de información a organismos de educación en Potosí.
AGUA QUE NO HAS DE REGAR...
Las evidencias vienen desde el siglo pasado. En 1998 la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) realizó el estudio “El impacto ambiental del sector minero desde La Rivera hasta Puente Méndez”, que alertó sobre la contaminación minera del Pilcomayo en las comunidades de Viña Pampa y San Antonio (Betanzos, Potosí) y Tuero Chico (Chuquisaca). Ahí se debe duplicar o triplicar la semilla para obtener un 60 o 70% de producción de hortalizas que normalmente se consigue en suelos limpios.
A 26 años de aquel estudio, Nicanor Tórrez, agricultor de Viña Pampa, dice que la situación no ha cambiado: invierte el doble en semillas y químicos para obtener una producción “mediana”.
La presencia de metales pesados no solo repercute en la pérdida de fertilidad de los suelos, porque se solidifican otros elementos y las plantas se enferman por intoxicación. Hay efectos en los animales y todo lo que significa el ciclo del agua, sintetiza Leonor Castro, vicepresidenta de la Asociación Sucrense de Ecología (ASE), organización que en 2012 publicó el estudio “Contaminación minera llega a los suelos con metales pesados”.
La explicación de Castro tiene relación con las consecuencias que sufren los animales de don Florencio en la cuenca alta del Pilcomayo, pues, en noviembre de 2023, tuvo que sacrificar un chivo porque nació con las patas en la espalda, además de un cerdo con cuatro cabezas y ocho patas. Para él, la desgracia está en el río, que debería ser fuente de vida, pero trae metales pesados en sus aguas.
El informe de interpretación del Centro de Análisis, Investigación y Desarrollo (Ceanid) de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS) de Tarija sobre los datos de calidad de agua recogidos durante 15 años por la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Pilcomayo (CTN), muestra que en la estación de monitoreo del río Tacobamba, por ejemplo, el arsénico y el manganeso en su forma total y disuelta llegaron a superar el límite admisible.
También hay concentraciones “alarmantes” de metales totales y disueltos con plomo, cadmio, arsénico, manganeso, zinc y cobre en los puntos de muestreo de Canutillos 1 y Canutillos 3, que están dentro del municipio de Tacobamba. Lo que significa una fuente de contaminación significativa en esta área.
Nicanor Tórrez, agricultor de 60 años de edad oriundo Viña Pampa en el municipio de Betanzos, Potosí, cuenta que tuvo que regar sus sembradíos “con agua negra y medio espesa” del Pilcomayo. Luego, en los surcos de sus terrenos se sedimentó “una tierra negra”.
Al frente de Viña Pampa, en el otro lado del río Pilcomayo, vive Marcelina Lennis, de 45 años de edad, una de las pocas agriculturas que se quedó en la comunidad de Tuero Chico dentro del municipio de Yotala, donde también vieron reducir la producción agrícola por el agua negra.
“La contaminación ha dañado todo, ahora ya no produce nada. Antes se producía papa, choclo y hasta papaya; ahora el agua es negra y a veces más feo es su color”.
Los alimentos no están exentos de esta problemática. La Defensoría del Pueblo mediante el estudio “Situación de los Derechos Humanos de los Habitantes de las Riberas del Río Pilcomayo” publicado en 2010, encontró plomo en lechuga, zanahoria, remolacha y cebolla, en concentraciones de entre 2,35 y 15 microgramos por kilo, cuando lo permitido es 0,3. Los niveles de este metal en el pescado también fueron excesivos, de acuerdo a los estándares de la Comisión Europea.
Migrar y sobrevivir
Si Florencio Uyuquipa y Nicanor Tórrez sienten que la producción agrícola se redujo en Viña Pampa, en Tuero Chico que está en la otra banda del río Pilcomayo, en territorio chuquisaqueño, Marcelina Lennis se lamenta porque la contaminación también provocó la migración y el cierre de la unidad educativa de esa comunidad en 2022. Otra escuela se cerró en Palamana en 2021, mientras que en Tacobamba y en Betanzos también hay reducción estudiantil.
El daño ambiental en la comunidad Tuero Chico no es reciente, data desde 1996, cuando la gente empezó a abandonar este pueblo y el 2022 se quedaron con un estudiante, por lo que se cerró el único establecimiento educativo del lugar. Así lo confirmó Víctor Hugo Coronado, exdirector distrital de Educación del municipio de Yotala y ahora director departamental de Chuquisaca.
“Los niños se han ido, hasta mi hijito pasa clases ahora en Tasapampa (comunidad vecina)”, relata Lennis en medio de una pequeña calle donde al menos tres casas están abandonadas.
A unos 30 minutos de ese lugar, se ubica Palamana, otra pequeña comunidad chuquisaqueña. El sitio es conocido por sus habitantes que en su mayoría son de la tercera edad.
“Aquí en 2021 se ha cerrado la escuelita porque ya no hay niños”, narra Evaristo Subia, un hombre que bordea los 70 años de edad.
En Tacobamba las comunidades mineras de Canutillos y Colavi son las más afectadas por la contaminación minera, según un informe de JICA de 1998, también ratificado por el estudio de la Uajms de 2023, que califica a esas zonas como las más críticas por la contaminación por metales pesados en los últimos 15 años.
Genesio Ayaviri, que en 2023 era director Distrital de Educación de Tacobamba, confirmó la reducción escolar, aunque minimizó que sea por la contaminación minera. Según sus datos, cada año hay un decrecimiento de 2.028 estudiantes en el año 2021 a 1.961 en 2022 y a 1.870 hasta octubre de 2023.
Celestina Cuéllar, agricultora de Viña Pampa, revela que algunos niños presentan problemas de salud. El médico del centro de Salud de Tasapampa, Noé Calderón, que está a unos cinco kilómetros de Viña Pampa, descartó casos neurológicos, no obstante, recomienda a las mujeres gestantes y a los niños no consumir agua del Pilcomayo.
Roberto Lima, secretario de Madre Tierra de la Gobernación de Potosí, minimiza el problema y asegura que los pobladores saben potabilizar el “agua con plantas”.
La huella tóxica y una justicia que no ve
No importa cuánta evidencia técnica y científica se recabe sobre este problema. Hasta ahora a la Justicia ordinaria y al Gobierno nacional les han parecido insuficientes. Estudios como el de la Uajms, otro reporte de la Sociedad Potosina de Ecología (SOPE), uno de la Defensoría del Pueblo y otro de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) confirman la contaminación por metales pesados en el Pilcomayo y sus consecuencias en las actividades agrícolas.
Los senadores de Comunidad Ciudadana (CC), Santiago Ticona Yupari, Cecilia Requena Zárate y Nelly Gallo Soruco, presentaron el 11 de octubre de 2023 una Acción Popular que contenía 20 informes y el testimonio de un líder indígena weenhayek sobre la contaminación minera con metales pesados en el Pilcomayo, sin embargo, en menos de 20 días la Sala Constitucional Segunda de Tarija negó la petición que buscaba la conservación de este río. Antes, también fracasaron otros procesos judiciales.
El actual presidente de Fedecomin, Edilberto Huanaco, descartó la contaminación en el Pilcomayo.
“No, no. Aquí todo se ha cumplido ese trabajo (de remediación ambiental) la limpieza y el ingenio ha estado paralizado un año y cuatro meses. Recién quieren hacerlo funcionar y estamos haciendo todos los papeles tramitando con Medio Ambiente y autorizaciones recién estamos haciendo”, admitió.
“Si fuera contaminación ya no existirían ni los animalitos, ni el que le está hablando (Lima) porque estaríamos todos contaminados. Gracias a Dios, él puso un equilibrio a la naturaleza, nos ayuda a que en el transporte del recurso hídrico se sedimenta y se evapora”, dice Roberto Lima, secretario de Madre Tierra de la Gobernación de Potosí.
El 19 de agosto de 2022, el viceministro de Medio Ambiente, Magin Herrera, informó que no existe contaminación del río Pilcomayo en el sector de Agua Dulce en Potosí, donde un mes antes se rompió un dique de colas de Fedecomin.
Marisa Castro, directora General de Límites y Aguas internacionales de la Cancillería de Bolivia, también dice que no hay contaminación porque los niveles de metales pesados están dentro de los rangos permitidos, según monitoreo de la CTN. Sin embargo, la interpretación de la Uajms sobre los datos de esa organización, demuestran lo contrario: ha encontrado 13 metales tóxicos en 22 estaciones de la cuenca y subcuenca del Pilcomayo.
Mientras Florencio Uyuquipa, agricultor de Viña Pampa, hace cálculos para comprar el doble de semilla para tratar de tener una producción regular y Marcelina Lennis evalúa si se quedará en Tuero Chico, Nicanor Tórrez, el agricultor de Viña Pampa, se pregunta por qué las personas de ahora viven menos tiempo.
“Rapidito están envejeciendo, mis menores me están ganando en envejecer”.
En Potosí, los mineros tienen una esperanza de vida de 45 a 55 años, pero ahora la contaminación cobra factura a los agricultores cerca del Pilcomayo.
Esta investigación fue realizada con el apoyo del Fondo Spotlight XVII de la Fundación para el Periodismos (FPP) y Acceso Investigativo, en el marco del proyecto El Pilcomayo a Profundidad, con el apoyo de la Fundación Avina, financiado por Voces para la Acción Climática (VAC), en alianza de publicación con CORREO DEL SUR.