‘Tincho’ y la magia de Playmobil
Se trata de una afición que lleva más de dos décadas de desarrollo
Desde la niñez, la vida de Rodolfo Martín Peñaranda Zamora, más conocido en el mundo de los coleccionistas como ‘Tincho’, ha estado marcada por una pasión que, a pesar del tiempo, nunca perdió su fuerza.
Oriundo de Potosí, su historia como coleccionista comenzó cuando sus padres le obsequiaron, siendo un niño, unas figuras Playmobil. Un regalo que, aunque generó una primera chispa de fascinación, dejó en su corazón un sabor a poco. Desde ese momento, su deseo de tener más figuras, más sets completos, y la ambición de llenar las estanterías de su vida con estos pequeños universos, no hizo más que crecer.
En su juventud, Tincho decidió mudarse a Sucre para estudiar. La vida universitaria le dio la oportunidad de tener algunos trabajos que, sin saberlo, serían la llave para alimentar su pasión. En esos años de estudio, la colección comenzó a tomar forma.
Cada compra, cada adquisición, lo acercaba más a lo que hoy en día es una de las colecciones más impresionantes de figuras Playmobil del país. Poco a poco, su cuarto se fue llenando de estantes repletos de figuras, sets y piezas que se multiplicaban con cada compra.
Los años pasaron, y con ellos llegó el auge de Internet y una mayor disponibilidad de información sobre su afición. Fue en ese contexto que Tincho comenzó a conectar con otros coleccionistas y a conocer más detalles sobre estos universos de plástico que tanta ama.
LA PRIMERA APROXIMACIÓN
Su primera figura, la que más recuerda con cariño, fue un set de tres soldados y un capitán, regalo de sus padres cuando era niño. Ese set, sencillo en apariencia, marcó el inicio de una pasión que crecería con los años, y que hoy se traduce en más de 4.000 figuras distribuidas en decenas de sets diferentes.
Desde soldados hasta piratas, pasando por escenas de circos y mundos de fantasía, la colección de Tincho ha crecido en diversidad y en cantidad, lo que ha dejado a muchos de sus visitantes boquiabiertos ante la magnitud de su esfuerzo y dedicación.
Pero no todos comprenden la pasión de este coleccionista. Mientras algunos lo miran con admiración, otros no logran entender cómo un adulto puede dedicar tanto tiempo y dinero a reunir figuras de juguete. Sin embargo, para Tincho, cada pieza tiene una historia, cada figura es un recordatorio de años de búsqueda, de emoción, de sacrificio. Y para su familia, esta afición nunca fue motivo de juicio. Todo lo contrario, ha sido un apoyo incondicional.
“Mi esposa ya me conoció con juguetes”, afirma Tincho, refiriéndose a Melina Chavarría Romero, quien comparte y apoya la pasión de su esposo. La colección no solo es el fruto de su dedicación, sino también de la complicidad familiar. Su hijo, Rodolfo Samuel Peñaranda Chavarría, creció rodeado de figuras Playmobil, y a sus 11 años, ya comparte con su padre el gusto por este mundo, ayudándole en algunas adquisiciones, e incluso armando algunos sets juntos.
LEGADO FAMILIAR
Para él, estas figuras son el reflejo de una tradición familiar que se ha transmitido de generación en generación.
La madre de Rodolfo, quien en vida también compartía el espíritu coleccionista, fue clave en el desarrollo de su pasión. Tincho recuerda con cariño cómo fue ella quien armó, con sus propias manos, un set de una casa victoriana, un recuerdo que conserva con especial cariño. A su hermana, quien vive en España, también le debe parte de su colección, ya que ella lo ayuda a conseguir figuras que en Bolivia no están disponibles. A su vez, su hermano colecciona autos en escala, y su madre, como parte de la tradición familiar, se dedicaba a coleccionar muñecas con trajes típicos de diferentes partes del mundo.
LAS FAVORITAS
Si bien es difícil para Tincho elegir una figura favorita, hay algunas que siempre destacan en su corazón. Uno de esos objetos preciados es un pirata de edición especial, con un color único y accesorios especiales, que es el alma de su colección. Otro set que disfruta especialmente es el de tres bandidos de un set vaquero, cuyos detalles –desde las balas hasta las prendas– lo hacen una de sus piezas más apreciadas.
También destaca un circo de Playmobil, con payasos, titiriteros y zancudos que capturan la esencia del espectáculo, con un nivel de detalle que asombra a todos los que visitan su domicilio.
Su colección continúa creciendo, aunque su mayor deseo es conseguir más figuras especiales de museo, que solo pueden encontrarse en exposiciones selectas. Es un mundo que le trajo felicidad y que, asegura, le permitirá legar a su hijo una herencia invaluable. “Mi hijo será el heredero de todo esto”, comenta con una sonrisa.
A lo largo de los más de 20 años que lleva coleccionando, Tincho llegó a disfrutar cada uno de los momentos en que una nueva pieza llega a sus estantes. No importa cuántas figuras tenga ya; siempre hay algo que lo sorprende, algún detalle que se le escapa, y que lo hace volver a mirar sus figuras con ojos de niño.
A la fecha, en la capital, existe una comunidad de coleccionistas de Playmobil, que se convirtió en una red de apoyo, donde se comparten conocimientos, hallazgos y trucos. “Hay un coleccionista que se dedica a costumizar las figuras, y de seguro ya tendrán un pesebre armado”, bromea Tincho. Y es que, para este coleccionista, la afición por los Playmobil no solo es un pasatiempo, sino una verdadera forma de vida, que con el tiempo seguirá creciendo y evolucionando.
Hasta el momento, su colección no fue valuada oficialmente, pero para Tincho, lo más importante no es su precio, sino el valor sentimental que cada figura tiene. Para él, la verdadera riqueza está en la pasión con la que ha logrado armar su pequeño universo, que hoy en día sigue creciendo, una figura a la vez.