Alcohólicos Anónimos Sucre, 42 años “tapando botellas”

Alcohólicos Anónimos (AA), Grupo Sucre celebró el pasado jueves 42 años de servicio, con una convivencia de sus miembros que llegaron junto a sus familiares al salón de la Gruta de Lourdes en Sucre. Un 6 de marzo de 1983 comenzó el trabajo de esta comunidad que salvó la vida de muchas personas y de muchas familias. Pedro, coordinador de AA, señala que no tienen cifras de cuántos salieron de este problema porque “entra el que quiere y sale el que puede”.

Esta comunidad de AA a nivel mundial fue fundada en 1935 por dos alcohólicos en Estados Unidos, Bill un corredor de bolsas y Bob un médico, quienes vencieron esta enfermedad y después otras personas en el mundo, como en Bolivia, siguieron ese camino de curarse del consumo de las bebidas alcohólicas a través de terapias.

Según los datos, AA está presente en aproximadamente 180 países del mundo con más de 2,5 millones de miembros que lograron recuperarse a través de la ayuda de esta comunidad. 

Pedro, un alcohólico que lleva 12 años en la organización, ahora es el coordinador de la comunidad de AA de la Gruta de Lourdes. Invitó a las personas enfermas de alcoholismo a sus reuniones de lunes a viernes, de 19:00 a 20:30. Él dijo que hace tres años se alejó de la cmomunidad por una temporada porque había sufrido una recaída.

Anunció que el 13 y 14 de junio organizan un taller para los alcohólicos y sus familiares en la que se aplicará una terapia de curación. 

“Yo soy ateo gnóstico y eso no es una traba para ser parte de la comunidad junto a creyentes religiosos, se respeta la ideología o creencia religiosa”, manifestó.

En esta edición les ofrecemos los testimonios de Rosa que dejó de consumir bebidas alcohólicas hace 42 años y Andrés hace 25 años; como ellos, hay personas en la comunidad de AA que están en camino de dejar el alcoholismo, algunos sufrieron recaídas, pero se levantaron nuevamente. “Hay que aprender a decir no a la primera copa”, manifiestan.

Rosa: Son 42 años que no bebo, no sé ni qué olor tiene el alcohol 

“Viví una vida inmersa en el alcohol que después de muchos años de estar viviendo de esa forma logré una recuperación y desde hace 42 años dejé las bebidas alcohólicas. Me animé a venir al grupo de AA, en un principio mi esposo tenía cierta desconfianza por mis escapadas que hacía por beber y él optó por acompañarme. Llegamos al grupo y para mí fue una gran sorpresa escuchar el testimonio de personas bien vestidas y decir: yo soy alcohólico. Me preguntaron desde cuándo estaba bebiendo y yo trataba siempre de eludir la conversación. En el grupo me dijeron, no te escondas, tampoco tengas vergüenza de decir la verdad, por qué vives así, qué te pasa. Les dije, que yo no puedo dejar de beber y ese es mi problema. Uno de los guías me dijo, tú estás enferma, para romper el esquema de lo que vives, prácticamente encapsulada en tu botella, tienes que reconocer que eres alcohólica, me replicó. Me molesté en un principio porque me decían que debo admitir que soy alcohólica. Después me reconocí, dije que soy alcohólica, comencé a llorar, mi esposo estaba a mi lado y mis compañeros me dijeron: por fin has reconocido tu alcoholismo y sabes que eres una enferma alcohólica y de hoy en adelante tienes que aprender a tapar tu botella. Desde ese día no volví a beber más, me identifiqué como alcohólica. Ya son 42 años que dejé de beber, mi esposo que en paz descanse fue el que más me ayudó, fue solidario y él también comenzó a respirar un aire libre porque andaba presionado y no podía dejar el alcohol. En las noches lloraba y me preguntaba por qué bebo así pero no me daba cuenta que era una enfermedad. Sé que soy una enferma alcohólica y que no debo beber porque sé que a la primera copa voy a volver a enfermar y puedo quedar con secuelas”, testificó.

Rosa contó una anécdota durante la visita del papa Juan Pablo II a Sucre en 1988. Ella asistió al acto por invitación de dos religiosas. Cuenta que se encontraba a dos metros del altar donde estaba su Santidad en el Estadio Patria (que entonces estaba en construcción) y recibió la unción. 

“Me gané una grosería porque me decían: qué suerte tienen los borrachos que hasta el Papa se ha encontrado con ella. Para mí fue una gran bendición porque eso hizo que afianzara más mi sobriedad, recién me estaba recuperando, en la foto se ve que le doy la mano a su Santidad, todavía tenía el rostro edematizado, pero he tenido semejante privilegio”, recuerda.

“Son 43 años que no bebo, ya no sé ni que olor tiene el alcohol, tampoco me motiva el consumo. Porque cuántos que han vuelto a beber después de 25 años han quedado con problemas de salud, con embolia, parálisis y todo tipo de enfermedades”.

Rosa recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el alcoholismo es una enfermedad incurable. “Todo esto me hizo reafirmarme más, para seguir mi camino de sobriedad, hoy me siento agradecida al poder superior por haberme abierto el camino para poder servir y que los demás puedan llegar y lograr su recuperación”.

Andrés: Estuve metido en la botella por más de 30 años

Andrés de 72 años de edad, es otra de las personas que lleva 17 años en la comunidad de AA y dejó de beber después de 30 años de estar con esa enfermedad.

“Yo digo, soy alcohólico. Para algunas personas que no conocen lo que es el alcoholismo esa palabra es fuerte. Los domingos en la mañana mi familia venía a reñirme en mi cuarto. Una de mis yernas me dijo: tú ya no eres sano don Andrés, eres un enfermo alcohólico. Eso se me grabó. Eso había sido la clave para dejar de beber, admitir que uno es alcohólico. Cuando llegué a la comunidad todos decían soy alcohólico. La clave para dejar de beber es admitir que soy alcohólico y creer en un poder superior. Aquí he vuelto a renacer, son 17 años que soy sobrio, estuve metido en la botella más de 30 años, gracias a esta comunidad he salvado mi vida. Me jubilé de mi trabajo, pensé que me iban a destituir y ahora me dedico a ayudar y dar el mensaje de que el alcohol no es un vicio sino una enfermedad. El apoyo de la familia es clave. Las personas que están en las avenidas, bajo los puentes bebiendo, es por falta de apoyo de la familia. El alcoholismo no es un vicio, es una enfermedad crónica, incurable, lenta, progresiva y mortal”, advierte. 

Andrés señaló que Alcohólicos Anónimos nace en 1935 en Nueva York por iniciativa de dos ‘borrachitos’, William Griffith Wilson (Bill W.) y Robert Holbrook Smith (Dr. Bob), que eran dos alcohólicos desahuciados, el primero un corredor de bolsa, y el segundo, un eminente cirujano, quienes no podían controlar su forma de beber hasta que llegaron a la fase del ‘delirium tremes’ que es una complicación grave de abstinencia alcohólica que puede ser mortal si no se trata a tiempo.

En su testimonio, comentó que Bill fue a buscar a Bod y este último se negó a recibirlo en un principio y le dijo: tu qué me puedes dar, han venido psicólogos, médicos y hasta clérigos, tú qué me vas a dar. Bill le respondió: Dr yo no estoy viniendo por ti, estoy viniendo por mí”. 

Esa fue una experiencia que demostró que un alcohólico con otro, pueden recuperarse. Bill le dijo a Bob, necesitas otro alcohólico para dejar de beber.

Andrés resaltó la importancia de ser parte de la comunidad de Alcohólicos Anónimos donde sí le entienden, que no es lo mismo que en su casa donde no asumen el problema. 

“En junio de este año, Alcohólicos Anónimos a nivel mundial cumple 90 años como una comunidad, gracias a estos borrachos (Bill y Bod) y a William Duncar Silkworth, especialista en atender alcohólicos. El problema no había sido mi forma de beber sino mi forma de vivir”.