¿Qué es la ciberseguridad y por qué es importante invertir en ella?
Si bien los avances tecnológicos ofrecen un sinfín de facilidades, al mismo tiempo los delitos cibernéticos empañan todas las ventajas que puede llegar a ofrecer la digitalización de la vida moderna

Para nadie es un secreto que en la actualidad la mayor parte de la rutina cotidiana transcurre en el entorno digital. Ya no se trata solo de informarse, estudiar y comunicarse, sino también de entretenerse, socializar e incluso gestionar las finanzas.
Y si bien los avances tecnológicos ofrecen un sinfín de facilidades, al mismo tiempo los delitos cibernéticos empañan todas las ventajas que puede llegar a ofrecer la digitalización de la vida moderna. En este sentido, resulta indispensable conocer los tipos de ciberseguridad para saber cómo poder blindar cada una de las posibles vulnerabilidades de nuestro entorno.
Sin embargo, algo igual de importante es entender que el término dejó de ser un asunto exclusivo para los expertos en tecnología y ahora se trata de una realidad que debería mantenernos a todos los usuarios de internet bien alertas.
Definiendo la ciberseguridad y su importancia
Básicamente, la ciberseguridad o seguridad digital se define como la práctica cuyo objetivo es la protección frente a ataques maliciosos y accesos no autorizados, y por consecuencia, se aplica tanto a nivel de dispositivos y sistemas informáticos, como de redes y datos.
De esta forma, aunque abarca diferentes tipos de procedimientos y herramientas, todos persiguen garantizar la disponibilidad, confidencialidad e integridad de la información que se gestiona dentro del entorno digital.
Confianza en un mundo hiperconectado
Como hemos mencionado anteriormente, la mayoría de nuestras actividades cotidianas se realizan por medio de dispositivos electrónicos conectados a Internet. Esto implica la exposición de datos sensibles y el riesgo de convertirse en víctimas de ataques cibernéticos, especialmente cuando las amenazas son cada vez más sofisticadas.
A diario, en nuestros smartphones, ordenadores y tabletas gestionamos y almacenamos una cantidad considerable de información personal y financiera; no importa si se trata de fotografías, detalles privados, contraseñas o datos financieros, todo debe estar salvaguardado.
Desde el punto de vista personal, el acceso no autorizado de terceros acarrea consecuencias graves. Más allá de la pérdida de la privacidad, está el robo de identidad y, en el peor de los escenarios, los fraudes financieros.
Particularmente hablando de las empresas, estas deben ser particularmente más cuidadosas, ya que un ataque cibernético puede llegar a comprometer la operatividad y desencadenar pérdidas económicas considerables, así como perjudicar su reputación tanto para sus usuarios como para el país donde ejerce sus funciones.
Estrechamente relacionado, los gobiernos también son un objetivo común y, una vez más, uno de los que deben tener mayor cuidado; después de todo, las infraestructuras críticas, la interrupción maliciosa en sistemas de suministro de agua, redes eléctricas y servicios de salud, pueden generar daños irreparables.
La protección activa es tarea de todos
De acuerdo a las estadísticas, en la actualidad ocurren decenas de miles de ciberataques diariamente, y entre 2023 y 2024, la cantidad de incidentes se multiplicó de manera exponencial. Además del surgimiento de nuevos softwares maliciosos, los internautas han tenido que lidiar con el ransomware y phishing, o lo que es igual, el secuestro de datos y la suplantación de identidad, respectivamente.
Si bien es cierto que los más afectados han sido los actores del panorama financiero y del sector de la manufactura, debido al vínculo intrínseco entre el estilo de vida actual y el mundo digital, todos están expuestos al peligro.
Los ciberdelincuentes desarrollan nuevas formas de comprometer la seguridad
Hoy en día, los delincuentes cibernéticos explotan cualquier vulnerabilidad, siendo la ingeniería social el arma de ataque más frecuente. La efectividad de esta táctica obedece a que los atacantes utilizan la manipulación psicológica para convencer a sus víctimas, bien sea de revelar datos confidenciales o de ejecutar alguna acción capaz de poner en riesgo su seguridad.
Generalmente, estas personas se valen de mensajes de texto, correos electrónicos y llamadas telefónicas. Esto resulta tan grave que, en ciertas ocasiones, un antivirus impenetrable puede no valer de nada si no estamos atentos, ya que podríamos ser nosotros mismos los que les hemos abierto las puertas a los delincuentes.
Si bien podemos sospechar de cualquier enlace, archivo o solicitud de información inesperada y por consiguiente actuar con cautela, a veces el ataque viene de alguien cercano. Un jefe, familiar o amigo que ha sido hackeado puede esparcir un virus en cuestión de minutos, en especial cuando se usa la ingeniería social. Y es aquí cuando, más allá de ser precavidos, un antivirus potente sería nuestra última línea de defensa.
Por otro lado, a pesar de los beneficios que ofrecen los electrodomésticos inteligentes, wearables y otros dispositivos conectados a Internet (IoT), conviene recordar que estos elementos han incrementado el nivel de vulnerabilidad, especialmente cuando se gestionan de manera incorrecta.
Los expertos en el tema aseguran que, durante los últimos años, incluso los dispositivos médicos inteligentes, han sido utilizados como herramienta para perpetrar ciberataques a través de la violación de datos.
Asimismo, sugieren que las contraseñas débiles se mantienen como la principal fuente de acceso para los ciberatacantes. En este sentido, resulta imperioso evitar repetir, crear contraseñas con un alto nivel de resistencia, no compartirlas y, mucho menos, emplearlas en diferentes cuentas, por lo que merece la pena utilizar un gestor de contraseñas.
Protegerse implica adoptar una serie de buenas prácticas
Además de desconfiar de correos electrónicos, llamadas y mensajes de texto que soliciten revelar información o realizar alguna acción, y del uso de contraseñas fuertes y únicas para cada cuenta, existen otras acciones pueden incrementar nuestra seguridad en el entorno digital.
En primer lugar, los especialistas invitan al mantenimiento actualizado del software y sistema operativo de los equipos, ya que, por regla, esto contribuye a minimizar las vulnerabilidades conocidas.
Por otra parte, vale la pena invertir en un antivirus confiable y almacenar la información importante en ubicaciones seguras y desconectadas de la red. Al momento de navegar, evitar los sitios web que no cuentan con el cifrado HTTPS, especialmente, cuando pretendemos realizar compras online.
En cuanto al manejo de redes sociales, es indispensable configurar la privacidad y tener conciencia de la información que compartimos. Aunque suena redundante, la regla de oro siempre será utilizar redes Wi-Fi seguras, y apostar por una VPN al momento de realizar transacciones sensibles, tales como la gestión de cuentas bancarias o datos financieros.