“Sucre lleva la batuta del Bicentenario”
John Arandia regresó a Sucre para participar de las actividades del Bicentenario que ofrece espacios de conversación con la ciudadanía.
John Arandia regresó a Sucre para participar de las actividades del Bicentenario que ofrece espacios de conversación con la ciudadanía. En contacto con la memoria viva y en un escenario reflexivo, da a conocer las impresiones de su experiencia en la capital
“La primera impresión que tengo es que el departamento que ha comenzado a moverse para no olvidar los 200 años del Bicentenario es Chuquisaca, Sucre, especialmente, una ciudad a la que he visto muy comprometida”, afirma Arandia, destacando el liderazgo de la capital en la conmemoración. También asegura haber visto que las autoridades de Estado se adjuntaron a “la idea de Sucre que, en este tema (Bicentenario), lleva la batuta en todo el país”.
El periodista observa con desilusión la pasividad del resto de las regiones. “Muchos pueden preguntarse cómo y qué vamos a celebrar en esta situación actual, pero son los 200 años del país y debería haber una tarea conjunta entre todos los departamentos”, sostiene, señalando que, más allá de los problemas coyunturales, el Bicentenario es una oportunidad única para reencontrarse con la historia nacional.
John en los Diálogos de Café
Durante su estadía, Arandia participó en los “Diálogos de Café”, “Me quedé impresionado, porque la gente asistió en gran cantidad a esos espacios. El lugar donde compartí las charlas estaba completamente repleto”, recuerda.
Ese fenómeno no pasó desapercibido para él ni para otros periodistas renombrados del país que asistieron a Sucre demostrando el interés de la gente por ser parte de una plataforma donde se escucha y opina, como un “think Tank” de ideas. “¿En cuántas ciudades del país el movimiento cultural es tan fuerte como en Sucre? ¿Cuándo un llamado para poder escuchar a dos personas llena completamente un café?”, enfatiza. Para él esta es una “jugada audaz” que logró involucrar emocionalmente a los participantes en el proceso de conmemoración.
El valor simbólico de Sucre
La capital dejó una profunda huella en Arandia, no solo por su historia, sino por su gente y su forma de vivir la ciudad. “Sucre es una ciudad de mucha altura. Cuando uno llega aquí es como que se transforma con esos vientos de realeza, (…) que mantiene costumbres que realmente a uno le hacen querer esta ciudad”, afirma con entusiasmo. Confiesa haber disfrutado profundamente del patrimonio arquitectónico donde ahora funcionan hermosos cafés, de los museos y de la calidez de sus habitantes. “He amado la apertura de lugares increíbles para tomar café… destaco los museos que atesoran información histórica que a uno le hace imaginar tiempos pasados”.
Sucre, centro articulador
Respecto al intento de Sucre de posicionarse como centro articulador del pensamiento, el diálogo y la reconciliación para Bolivia, Arandia reconoce el mérito, aunque también advierte los desafíos por “el tema de la política que sobrepasa cualquier buena intención”. La polarización, según su visión, afecta también a los medios de comunicación “enfrascados en una guerra ideológica y política”, advierte.
Aun así, sostiene que los periodistas no deben eludir su responsabilidad: “Cada uno de los comunicadores tiene la suficiente conciencia para poder aportar desde su medio a una sociedad de paz. Definitivamente es un papel que hoy deberíamos cumplir”, asegura.
La imagen de la ciudad
Al despedirse, Arandia se queda con una imagen que sintetiza su experiencia: “Cada vez que llego a Sucre me siento como en un tiempo de descanso, como en un tiempo de tomarme un buen café, de conversar con un amigo, de caminar por una ciudad que todavía no es tan grande como otras, de comer sus ricos alimentos, de irme a un buen museo”.