Participación política de las mujeres en Bolivia
Bastante se realza la paridad democrática del Órgano Legislativo en Bolivia, que incluso durante el periodo 2017-18 llegó a ser el segundo en el mundo, después de Ruanda.
Bastante se realza la paridad democrática del Órgano Legislativo en Bolivia, que incluso durante el periodo 2017-18 llegó a ser el segundo en el mundo, después de Ruanda. En la actualidad estamos en el puesto 12, con el 46% de representación femenina en cámaras baja y alta.
En el Órgano Ejecutivo las proporciones son muy diferentes, de 16 ministerios, tan sólo 3 mujeres fueron posesionadas por Luis Arce, luego de la renuncia de la Ministra de Planificación y la reposición del Ministerio de Culturas, existen tres mujeres presidiendo carteras estatales, que en términos porcentuales representa el 17,6%, el porcentaje más alto alcanzado fue del 50%, durante el periodo 2011-2012.
Según datos del Observatorio de la Coordinadora de la Mujer “en 68 años de historia política en Bolivia (democrática y no democrática), solamente 8% de las carteras ministeriales han sido ocupadas por mujeres, lo cual revela una profunda brecha de género en estos niveles de Gobierno.”
En los casos departamentales, actualmente, no hay ni una mujer a la cabeza de las gobernaciones. De 336 municipios sólo se tienen a 20 alcaldesas electas, que recientemente tuvieron por primera vez, una cumbre que reunió a poco más de la mitad de ellas en El Alto el pasado octubre, que tuvo como resultado la creación de una plataforma de cooperación.
También mencionemos que, a lo largo de nuestra historia, Bolivia no ha tenido ni una mujer electa en la presidencia o vicepresidencia. Incluso en un ejemplo más local y reciente, la USFXCH, en sus cuatro siglos, nunca tuvo a una mujer a su cabeza.
En el Informe de OXFAM de febrero de este año: La paridad más allá de la paridad. Participación política de las mujeres en el largo camino hacia la democracia paritaria intercultural, se hace un minucioso análisis sobre la normativa marco internacional y nacional sobre la participación política de las mujeres entre las que se toma en cuenta a la Ley 1096, de Organizaciones Políticas, que reconoce a la democracia paritaria como uno de sus principios.
“Es la primera ley, y hasta ahora la única, que hace referencia explícita a la democracia paritaria como ejercicio igualitario de derechos políticos de las mujeres en Bolivia. Esta ley establece también, entre los deberes de las organizaciones políticas, la obligatoriedad de promover la paridad y alternancia de género en el ejercicio de la democracia interna para garantizar la participación de las mujeres en igualdad de condiciones y libres de acoso y violencia política”.
En adición, Bolivia es el único país en la región con una ley contra el acoso y violencia política hacia las mujeres, la Ley N° 243 de 2012. No obstante, persiste la impunidad y el acoso y violencia política.
Esto nos demuestra la gran brecha existente entre la norma y las cifras. Además de la violencia, ¿cuáles podrían ser algunos de los factores que obstaculicen la participación de las mujeres en política?
Entre los más visibles pueden estar los roles históricamente asignados a las mujeres principalmente como lo femenino/privado – masculino/público, los espacios de deliberación que son realmente ocupados por mujeres son las mesas directivas de unidades educativas, espacios nada codiciados por los varones.
Nuestra asociación a lo privado tiene su costo en nuestro uso del tiempo, asignándole a las tareas del hogar más del doble de tiempo que los hombres, y restando el tiempo para actividades académicas, profesionales o políticas.
Por otra parte, si bien tenemos una ley ejemplar, el acoso y la violencia política contra las mujeres tiene mucha más saña que la violencia política en general, haciendo alusión con prejuicios a aspectos de la vida privada de una mujer, situación que hace que muchas mujeres se replanteen llevar a cabo una vida política.
Incluso, hurgando en el imaginario social (patriarcal) las cualidades asignadas a ellos se vuelven defectos en las mujeres: ser ambicioso es algo bueno en ellos, en las mujeres no; una mujer enfocada en su vida profesional está dejando de lado su rol materno mientras, un hombre enfocado es virtuoso; cuando se cambia de idea, el hombre es sigiloso, la mujer inestable; ser directo es una cualidad en un hombre y en una mujer se lo liga con la histeria, la confianza en sí mismo de los hombres se torna arrogancia en nosotras, el detalle que tienen ellos se vuelve lentitud en nosotras, y podría seguir…
La anhelada paridad política, implica el reconocimiento de derechos políticos y de ampliación y fortalecimiento de la democracia. No se trata simplemente de sentar presencia y ocupar escaños, sino de replantear la forma de hacer política desde la mirada femenina, pero también, desde la mirada intercultural, habitar varios espacios, incluido el político, contribuye a la transformación de la imperante cultura machista.